«“There be dragons”, en español “Encontrarás dragones”, es un peliculón que va a dar que hablar en todo el mundo a partir de su estreno previsto para el mes de marzo en España y para mayo en los EEUU de Norteamérica. Supone la vuelta al drama épico de Roland Joffé, un actor agnóstico, que se dice hombre de izquierdas, quien se consagró con “Los gritos del silencio” y “La Misión”. Como sucedió en las mencionadas historias, utiliza en “Encontrarás dragones” a dos personajes, uno real y otro de ficción, y con la técnica de las vidas paralelas que en realidad se entrecruzan, creo que pretende decirnos que cada uno de nosotros somos hijos de nuestras propias decisiones y hemos de vivir con sus consecuencias» (Melchor Miralles)
No tengo el gusto de conocer a Melchor Miralles. Pero sí tengo el gusto de haber visto, lo mismo que él, días después y en el mismo estudio madrileño, en anteprima y con Ignacio Gómez-Sancha, el productor, la película There Be Dragons (Encontrarás dragones).
Por mi parte, pienso que aún no es momento de escribir largo sobre lo visto. Pero comparto al cien por cien el calificativo que como síntesis Melchor Miralles adjudica a la película: "peliculón!". Lo es, se mire por donde se mire: porque es cine-cine sin concesiones, que gusta como gusta el café-café sin achicoria, y en este sentido es un regalo sorprendente y quizá inmerecido; y también porque el drama épico (como bien dice Miralles) está realmente anclado en las cánones más clásicos, no sólo del cine, sino —si se me permite decirlo— de la misma poética del viejo Aristóteles.
En su momento quizá —si no resulta un tecnicismo intragable para algún crítico con alergias académicas— escribiré algo sobre la película y sobre el personaje que se llama Manolo y sus —perdón por el palabro tecno-poético—, sus clásicos adikemata en plan tragedia griega: sobre el genuino dramatismo de sus peculiares actos injustos. Manolo es el personaje paralelo y entreverado con Josemaría, personaje que circula con pacífica y exigente necesidad dramática interna, en genuina clave baja, por las complejidades de la trama.
Un peliculón, un regalo que —por supuesto— no será del gusto de todos.
¿A alguien le han gustado siempre todos los regalos recibidos? No lo creo, porque todos tenemos nuestros propios dragones en el almario... Y quizá esos dragones, los de quienes no tienen nada que esconder, van a salir y van a dar que hablar, imagino que bastante, en todo el mundo, como también pronostica Miralles.
ALMUDÍ
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