Parece fuera de duda que el movimiento juvenil de protesta del 11 de Mayo ha sido organizado por elementos de la izquierda frustrada, que curiosamente no dirige contra Zapatero su indignación por la desastrosa gestión de la crisis. Por el contrario, la crítica difusa y colorista se dirige más hacia el PP, que no tiene ninguna responsabilidad en la crisis. Curiosamente la amalgama de grupos juveniles parece empujar al partido socialista a hacerse más radical. Es una respuesta que está en consonancia con el mensaje socialista del miedo a la derecha, que se pretende hacer calar en la sociedad.
El PSOE se ha habituado a gobernar en oposición permanente al Partido Popular y no ha dudado para ello en forzar la Constitución con pactos con las minorías nacionalistas para sacar adelante un proyecto que ha dividido la sociedad, a costa de una creciente crispación ciudadana. Incluso ahora el propio Zapatero, protagonista del desaguisado del paro y los recortes sociales, intenta atraerse cínicamente a los votantes perdidos metiendo más miedo aún a esa derecha que viene.
La protesta y el desencanto deberían empujar a la sociedad española a un cambio de rumbo y no a profundizar los errores de Zapatero. Esa es una de las grandes contradicciones del movimiento 15-M. Estamos a las puertas de unas elecciones y cunde la sospecha de que todo esto pretenda condicionar unos comicios que deberían ser precisamente la expresión del deseo de cambio que detectan todas las encuestas. Esperemos que la sociedad española hable claro el domingo.
El PSOE se ha habituado a gobernar en oposición permanente al Partido Popular y no ha dudado para ello en forzar la Constitución con pactos con las minorías nacionalistas para sacar adelante un proyecto que ha dividido la sociedad, a costa de una creciente crispación ciudadana. Incluso ahora el propio Zapatero, protagonista del desaguisado del paro y los recortes sociales, intenta atraerse cínicamente a los votantes perdidos metiendo más miedo aún a esa derecha que viene.
La protesta y el desencanto deberían empujar a la sociedad española a un cambio de rumbo y no a profundizar los errores de Zapatero. Esa es una de las grandes contradicciones del movimiento 15-M. Estamos a las puertas de unas elecciones y cunde la sospecha de que todo esto pretenda condicionar unos comicios que deberían ser precisamente la expresión del deseo de cambio que detectan todas las encuestas. Esperemos que la sociedad española hable claro el domingo.
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