Hoy es un día grande para toda la Iglesia y para la gran mayoría de la humanidad. La Iglesia proclama a los cuatro vientos, de manera formal, que Juan Pablo II está junto a Dios. Algo que todos sabíamos y que nos pareció evidente el mismo día del entierro, cuando un viento huracanado envolvió la plaza de San Pedro ante una multitud sobrecogida, los máximos líderes mundiales y el sencillísimo feretro de madera del Papa recién muerto. Y cómo gentes de todo el mundo, sobre todo jóvenes, lo proclamaban santo.
Es imposible que hoy no afloren las experiencias personales y comunitarias vividas junto al beato Juan Pablo II. Ya hemos contado en otras ocasiones lo decisiva que fue la Jornada Mundial de la Juventud de 1991 en le génesis de Profesionales por la Ética. No sólo porque aprendieramos a escribir Czestochowa, que era el santuario polaco donde se celebraba la Jornada. Sino sobre todo por la increible experiencia de recorrer los caminos de una Polonia que apenas hacía 2 años había salido del comunismo encabezando, por misteriosos designios, la caída de todas las fichas del dominó totalitario. Y los polacos, pálidos y rubios, nos daban agua en los caminos y nos invitaban a sus humildes cocinas a tomar sopa. Pero sobre todo, por el llamamiento realizado por el Papa polaco con toda la potencia de su voz: Os invito a ser constructores de la Civilización del Amor, cuyo programa se encuentra trazado en la Doctrina Social de la Iglesia. Era imposible quedarse indiferentes después semejante frase. Y así fue que fundamos Profesionales por la Ética.
(En la imagen, Juan Pablo II en la Jornada Mundial de la Juventud, en Czestochowa, año 1991)
PROFESIONALES POR LA ÉTICA
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