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miércoles, 14 de octubre de 2015

Una alternativa al feminismo “yuppie”


Se acaba de publicar en Estados Unidos el libro Unfinished Business, de Anne-Marie Slaughter. La autora fue durante varios años la mano derecha de Hillary Clinton en el Departamento de Estado. En 2011 dejó el puesto y retomó su carrera académica. Actualmente es presidenta de la New America Foundation, un think tank norteamericano.



Hace dos años, al poco de abandonar su trabajo en la Casa Blanca, publicó un ensayo en The Atlantic titulado Por qué las mujeres aún no pueden tenerlo todo (cfr. Aceprensa, 25-07-2012), que se convirtió en el artículo más leído y recomendado en la historia de la revista, y que generó una intensa polémica en el movimiento feminista. En él, Slaughter explicaba que su principal motivo para dejar el Departamento de Estado había sido poder pasar más tiempo con su familia. Con varios hijos adolescentes, sentía que aquel era un momento importante para educarlos, por lo que necesitaba estar más cerca de ellos y de su marido, también profesor universitario.

Sin embargo, como cuenta Slaughter en su ensayo, la decisión de volver al hogar no fue bien recibida por otras feministas como ella. Algunas sufrieron una decepción (algo así como si “hubiera abandonado el equipo”), otras reaccionaron con extrañeza (¿cómo puede una mujer tan exitosa como ella abandonar un puesto como ese para cuidar de sus hijos?).
Anne-Marie Slaughter se desmarca de un feminismo que anima a las mujeres a prosperar en un ambiente laboral ultracompetitivo

De alguna manera, Unfinished Business contesta a esas objeciones, y critica un feminismo que anima a las mujeres a convertirse en “superhéroes”: personas capaces de prosperar en el ambiente ultracompetitivo de los grandes bufetes o las compañías tecnológicas más punteras; al feminismo que repite como un mantra el “puedes tenerlo todo” (en referencia al éxito profesional y la vida familiar).......

Una de las objeciones que a veces se hacen al feminismo de las “supermujeres” es que olvida a un gran número de ellas que simplemente no desean escalar tan alto, bien porque prefieren otro tipo de trabajos o bien porque quieren dar prioridad a la vida familiar. Algunos estudios recientes llevados a cabo por la escuela de negocios de Harvard muestran que las mujeres encuestadas, cuando se les preguntaba por el tipo de trabajo que idealmente les gustaría desempeñar, citaban empleos que estaban en un rango más bajo de la “escala directiva” que los preferidos de los hombres. También los “objetivos vitales” mencionados por ellas eran distintos, y estaban menos relacionados con el concepto de “poder” que los de ellos.

A pesar de que Unfinished Business ofrece una “cura de realidad” al feminismo yuppie, el mensaje del libro es más amplio. Slaughter propone cambiar la “mística de la competitividad” que impera en gran parte del mercado laboral. Este modelo, que privilegia sectores como el tecnológico, el legal o el financiero sobre otros trabajos más relacionados directamente con el servicio a otras personas como enseñar o cuidar de niños y ancianos, tiende a imponer una “dictadura de las horas extra”. Las jornadas laborales eternas parecen imprescindibles y se adoptan casi como un signo de distinción y profesionalidad, pese a que algunos estudios han sugerido que no siempre más horas significa más productividad (cfr. Aceprensa, 20-11-2013).
Servir no es un premio de consolación
Propuestas de este estilo son las que Slaughter considera necesarias para avanzar en un feminismo que no excluya a la familia. Sin embargo, más allá de las medidas políticas concretas recomendadas por la autora –y que algunos críticos consideran más bien vagas–, Unfinished Business hace una apología del servicio a los demás. La sociedad, llevada por la cultura laboral imperante, ha minusvalorado las tareas relacionadas con el cuidado de otros, ya sean de la propia familia o como trabajo profesional (cfr. Aceprensa, 24-04-2013). Es hora de revalorizarlas, facilitando que más hombres y mujeres puedan compatibilizar su trabajo con la familia, y también reconociendo debidamente (por ejemplo, en el sueldo) sectores como el de la educación, el cuidado de los niños o la atención a los enfermos.
Esta es, para Slaughter, la próxima meta hacia la que debería dirigir sus fuerzas el feminismo. Para ello cuenta con un creciente apoyo entre los hombres, que cada vez se muestran más favorables a asumir como propia la lucha por la conciliación. Aunque algunas personas piensan que el mundo empresarial no está dispuesto a cambiar, Slaughter no cree lo mismo: según un estudio de 2003, el anuncio en la prensa de 130 políticas familiares aplicadas por otras tantas empresas hizo que estas compañías aumentaran su valor en bolsa.

Resumen del artículo de Aceprensa

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