Avances positivos, aunque todavía insuficientes, en los debates de la Recomendación del Consejo de Europa sobre derechos de los niños y responsabilidades de los padres

   El  European Committee on Legal Cooperation (CDCJ) del Consejo de Europa tenía previsto analizar y estudiar un “Borrador de Recomendación sobre los derechos y estatus jurídico de los niños y sobre las responsabilidades de los padres” que, caso de haber sido aprobado en su redacción original, supondría un paso regresivo hacia el final “oficial” del modelo natural de familia, sustituido por un cúmulo de normas y conceptos artificiales.

   Ahora ha trascendido que, tras dos días de intenso debate, el citado Comité ha aprobado un nuevo texto de borrador de Recomendación, aceptado, incluso, por los promotores del borrador inicial. El resultado de la votación, ha sido de 28 votos a favor, 2 en contra y 2 abstenciones y el texto final será remitido al Comité de Ministros para su aprobación antes de final de este año.

   En fuentes de los diferentes grupos que están trabajando para que la Recomendación proteja adecuadamente la institución familiar y el adecuado desarrollo de los niños, incluido su derecho a tener un padre y una madre, se han valorado positivamente los pasos de gigante conseguidos en los últimos debates, pero se afirma que es todavía mucho lo que se puede avanzar para hacer del texto final no sólo una Resolución no dañina sino que sea, incluso, favorable a la familia.

   Son muchas las asociaciones europeas e internacionales que está trabajando ya en las modificaciones al texto para que éste incluya, por ejemplo, una cláusula que afirme que los Estados miembros del Consejo de Europa tienen absoluta libertad para no legalizar o reconocer situaciones tales como el  llamado “matrimonio homosexual” o para limitar la reproducción asistida a los matrimonios heterosexuales o a las parejas heterosexuales que demuestren cierto grado de estabilidad necesaria para el correcto desarrollo del niño.

   Es también necesario, según afirman, introducir algunas limitaciones en determinados principios y suprimir uno de los más conflictivos, el 17.3. Queda todavía, en definitiva, un largo camino por recorrer y mucho trabajo para garantizar que esta recomendación del Consejo de Europa sea una herramienta de defensa y garantía de los valores que constituyen la esencia de Europa.

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