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lunes, 12 de noviembre de 2012

El sistema chino se mantiene, sin base ética

El régimen se inquieta por la corrupción rampante, pero no encuentra unos valores éticos que puedan dar sentido al sistema de poder.

La falta de transparencia es consustancial al sistema político chino. Sabemos quién es el sucesor de Hu Jintao, designado como líder máximo en 2002, pero sabemos muy poco acerca de sus intenciones o sus políticas. No sería exagerado calificar al sistema de “meritocracia”, en el que los altos cargos del Partido designan a sus sucesores.

Nadie puede negar el hundimiento devastador de la moral en la sociedad china, un hecho que se explica por la rápida destrucción de las creencias anteriores y que no han sido reemplazadas por otras, lo que acentúa el desequilibrio entre lo espiritual y lo material. El “ismo” que domina la China de hoy no es el maoísmo ni siquiera el confucianismo, tan valorado por unas autoridades que ahora quieren resaltar sus rasgos de respeto a la jerarquía y de rechazo del individualismo, sino un materialismo desencarnado.

El gran problema es que los valores predicados por los dirigentes comunistas tienden a convertirse en una cáscara vacía si las apariencias y el afán por enriquecerse dominan a buena parte de la sociedad

En Aceprensa encontraréis el artículo completo

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