ACTUALIDAD
domingo, 14 de febrero de 2010
La Cuaresma, un tiempo para la justicia
“La Cuaresma es un tiempo oportuno para vivir el amor de Dios. Sin Dios no hay justicia plena; sin la preocupación por los demás, no hay amor a Dios en el sentido pleno", nos recuerda el doctor en Sagrada Teología de la Universidad de Navarra, Ramiro Pellitero ¿Por qué ha elegido Benedicto XVI el tema de la justicia este año para su mensaje de Cuaresma? ¿Cómo vive la Iglesia la "sed de justicia"?
Son algunas de las preguntas a la que responde Pellitero en esta entrevista, donde profundiza sobre cómo los cristianos debemos afrontar nuestra entrega a Jesús para salir de uno e ir al encuentro del Amor.
- ¿Por qué cree que el Papa ha elegido el tema de la Justicia para su mensaje con ocasión de la Cuaresma? ¿Hay una relación entre Justicia y los cuarenta días de ayuno de Jesús en el desierto que conmemoramos con este período penitencial de nuestro calendario cristiano?
Empiezo por la segunda pregunta. En la tradición cristiana, la cuaresma está ligada a la conversión, a la penitencia, al ayuno y la limosna. Sin embargo, es llamativo que, con mucha frecuencia, los mensajes para la Cuaresma, tanto de Juan Pablo II como de Benedicto XVI, insistan tanto en la justicia social. Me parece que esto se debe a una razón profunda, y es que sin la preocupación por los demás, la conversión personal se quedaría corta; más aún, no sería auténtica. Convertirse a Dios significa salir de uno mismo para ir al encuentro del amor, que es el fundamento y el “motor” principal de toda justicia.
Pienso, además, que el Papa ha elegido el tema de la Justicia en conexión con su encíclica “Caritas in Veritate”. No en vano afirma que la justicia más grande es la del amor, porque en sentido bíblico la justicia se identifica con la verdad, la santidad y el amor de Dios. Buscar en todo la justicia es vivir “la caridad en la verdad”. Así que la Cuaresma es un tiempo oportuno para convertirse, comenzando por abandonar el pecado y buscar más hondamente el amor de Dios con todas sus consecuencias- Por eso es un tiempo para vivir la justicia: primero con Dios, también con uno mismo y con los demás. Sin Dios no hay justicia plena; sin la preocupación por los demás, no hay amor a Dios en el sentido pleno.
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