La inmensa mayoría de los estudiantes, fieles al «Juramento Hipocrático»
«Juro por Apolo el Médico y Esculapio y por Higía y Panacea (...) que no daré a ninguna mujer pesarios abortivos». Este pequeño fragmento forma parte del «Juramento Hipocrático», el código ético más influyente en la Historia de la Medicina occidental. Han pasado 2.500 años, pero su esencia ha sobrevivido al paso del tiempo. Aún hoy, en la mayoría de las facultades de Medicina, el «Juramento de Hipócrates» sigue presente en cada ceremonia de graduación.
Los alumnos del último curso de carrera lo leen uno por uno en voz alta. En otras facultades, pueden ser o un estudiante destacado o cualquier docente, los encargados de manifestarlo una sola vez y para todo el auditorio. Pero en todas las ocasiones, el juramento se expresa en un acto cargado de simbolismo, pues las didácticas del filósofo griego han inspirado a los doctores durante miles de años.
El «Juramento de Hipócrates» no posee validez jurídica, pero conforma una excelente guía de bioética cuyos valores no han perdido vigencia. Médicos de todas las generaciones siguen utilizando sus enseñanzas como una referencia continua porque, según la ginecóloga Sonsoles Alonso: «Resume perfectamente lo que representa un médico, por eso lo juramos libremente».
Pero, a la luz de la recién implantada «ley del aborto», las enseñanzas de esta legendaria declaración hoy se encuentran más amenazadas que nunca. La norma despenaliza el aborto libre hasta la semana catorce de gestación y estipula quiénes, del equipo quirúrgico que participa en él, pueden acogerse a esa cláusula de conciencia y quiénes no.
Únicamente, según el artículo 19.2 de la actual «ley del aborto», podrán solicitar la objeción —«anticipadamente y por escrito»— los sanitarios «directamente implicados» en la realización del aborto. «Ni los limpiadores, ni los auxiliares, ni los celadores pueden solicitarla», denuncia Gádor Joya, doctora en Medicina.
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