En su mensaje por la 46° Semana Social de los católicos italianos, el Papa Benedicto XVI explicó que para trabajar por el bien común de un país y de toda la gran familia humana es necesario que "surja una nueva generación de católicos, personas interiormente renovadas que se esfuercen en la actividad política sin complejos de inferioridad".
En el texto con fecha 12 de octubre y dado a conocer hoy por L’Osservatore Romano, el Santo Padre señala que ante la crisis económica global que también afecta a Italia y que genera en los jóvenes sentimientos de desesperanza "es necesario reconocer y sostener con fuerza y con hechos la insustituible función social de la familia, corazón de la vida afectiva y relacional, el mejor lugar en el que se asegura la ayuda, la atención, la solidaridad, la capacidad de transmisión del patrimonio de valores a las nuevas generaciones".
"Por ello es necesario que todos los sujetos institucionales y sociales se esfuercen en asegurar a la familia eficaces medidas de apoyo, dotándola de recursos adecuados y permitiendo una justa conciliación con el tiempo de trabajo", agregó.
Al hablar del desarrollo humano integral, tema de su encíclica Caritas in veritate, el Papa resalta que "hacer frente a los problemas actuales, tutelando la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, defendiendo la dignidad de la persona, salvaguardando el ambiente y promoviendo la paz, no es una tarea fácil, pero tampoco imposible, si se mantiene firme la confianza en la capacidad del hombre, se amplía el concepto de razón y su uso y cada uno asume sus propias responsabilidades".
Moverse en el mundo en esta perspectiva de responsabilidad, continúa el Santo Padre, "comporta la disponibilidad a salir del propio interés exclusivo, para perseguir juntos el bien del país y de la entera familia humana. La Iglesia, cuando reclama el horizonte del bien común –categoría que porta su doctrina social– se refiere al ‘bien de todos nosotros’, que ‘no se busca por sí mismo, sino para las personas que hacen parte de la comunidad social y que sólo en ella pueden realmente y más eficazmente conseguir su bien’".
En otras palabras, explica Benedicto XVI, "el bien común es lo que construye y califica la ciudad de los hombres, el criterio fundamental de la vida social y política, el fin del actuar humano y del progreso y, ‘exigencia de justicia y caridad’, promoción del respeto a los derechos de los individuos y pueblos, además de relaciones caracterizadas por la lógica del don. Ello encuentra en los valores del cristianismo el ‘elemento no sólo útil, sino indispensable para la construcción de una buena sociedad y de un verdadero desarrollo humano integral’".
Por esta razón, exhortó el Papa, "renuevo la llamada para que surja una nueva generación de católicos, personas interiormente renovadas que se esfuercen en la actividad política sin complejos de inferioridad. Tal presencia, ciertamente no se improvisa, permanece como el objetivo hacia el cual debe tender un camino de formación intelectual y moral que, partiendo de las grandes verdades en torno a Dios, al hombre y al mundo, ofrezca criterios de juicio y principios éticos para interpretar el bien de todos y de cada uno".
Benedicto XVI señala que esta tarea, la educación para formar conciencias cristianas maduras y asumir la responsabilidad política con competencia profesional y espíritu de servicio constituye "una alta vocación, a la que la Iglesia invita a responder con humildad y determinación".
ACIPRENSA
"Por ello es necesario que todos los sujetos institucionales y sociales se esfuercen en asegurar a la familia eficaces medidas de apoyo, dotándola de recursos adecuados y permitiendo una justa conciliación con el tiempo de trabajo", agregó.
Al hablar del desarrollo humano integral, tema de su encíclica Caritas in veritate, el Papa resalta que "hacer frente a los problemas actuales, tutelando la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, defendiendo la dignidad de la persona, salvaguardando el ambiente y promoviendo la paz, no es una tarea fácil, pero tampoco imposible, si se mantiene firme la confianza en la capacidad del hombre, se amplía el concepto de razón y su uso y cada uno asume sus propias responsabilidades".
Moverse en el mundo en esta perspectiva de responsabilidad, continúa el Santo Padre, "comporta la disponibilidad a salir del propio interés exclusivo, para perseguir juntos el bien del país y de la entera familia humana. La Iglesia, cuando reclama el horizonte del bien común –categoría que porta su doctrina social– se refiere al ‘bien de todos nosotros’, que ‘no se busca por sí mismo, sino para las personas que hacen parte de la comunidad social y que sólo en ella pueden realmente y más eficazmente conseguir su bien’".
En otras palabras, explica Benedicto XVI, "el bien común es lo que construye y califica la ciudad de los hombres, el criterio fundamental de la vida social y política, el fin del actuar humano y del progreso y, ‘exigencia de justicia y caridad’, promoción del respeto a los derechos de los individuos y pueblos, además de relaciones caracterizadas por la lógica del don. Ello encuentra en los valores del cristianismo el ‘elemento no sólo útil, sino indispensable para la construcción de una buena sociedad y de un verdadero desarrollo humano integral’".
Por esta razón, exhortó el Papa, "renuevo la llamada para que surja una nueva generación de católicos, personas interiormente renovadas que se esfuercen en la actividad política sin complejos de inferioridad. Tal presencia, ciertamente no se improvisa, permanece como el objetivo hacia el cual debe tender un camino de formación intelectual y moral que, partiendo de las grandes verdades en torno a Dios, al hombre y al mundo, ofrezca criterios de juicio y principios éticos para interpretar el bien de todos y de cada uno".
Benedicto XVI señala que esta tarea, la educación para formar conciencias cristianas maduras y asumir la responsabilidad política con competencia profesional y espíritu de servicio constituye "una alta vocación, a la que la Iglesia invita a responder con humildad y determinación".
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