Las chicas, unidas, jamás serán vencidas
Sorprende ver al francés Laurent Cantet rodar esta sólida película en inglés situada en una pequeña población de los Estados Unidos en los años 50. Él y Robin Campillo adaptan en Foxfire una novela de Joyce Carol Oates, “Confesiones de una banda de chicas”, y pintan de entrada una sociedad machista, donde los abusos sexuales de chicas adolescentes, y la nula consideración de la mujer, se dirían al orden del día, aunque ocultos bajo una capa de respetabilidad.
En este contexto un grupo de jovencitas lideradas por Legs crean una sociedad secreta, en la que se protegen mutuamente en alegre camaradería, y dan lecciones a los hombres que requieren un correctivo. Entre ellas Maddy ejerce de cronista, con una vieja máquina de escribir deja constancia de la historia de su lucha revolucionaria y utópica, escuchamos una voz en off de vez en cuando con sus impresiones y el modo en que evoluciona el grupo, bautizado como Foxfire por el celo ardiente con que defienden su causa.
Cantet demuestra en Foxfire su pulso narrativo, y el buen trabajo que puede hacer con un grupo de actrices no profesionales, después de convocar un taller para seleccionar el reparto, al estilo de lo que ya hizo en La clase. Una de ellas, Katie Coseni, ha recibido la Concha de Plata a la mejor actriz en San Sebastián.
El aire idealista, la convivencia bajo el mismo techo, las reglas secretas y el ser como hermanas, finalmente sometidos al duro baño de la realidad, conectan Foxfire con títulos como El club de los poetas muertos, o las distintas versiones de El señor de las moscas, según la novela de William Golding.
Pues la sociedad creada no es perfecta, y sus acciones resultan cuestionables, aunque puedan sentirse marginadas con motivo; desde actitudes apuntadas levemente como el racismo, hasta un golpe que las convierte en auténticas criminales, pasando por las rencillas y los celos. Surgen las serias dudas con su actitud hacia una familia de buena posición, que acoge a una de ellas en su hogar, y el modo en que puede traicionarse la confianza.
Con la estrecha unión entre las chicas que integran Foxfire, Cantet juega la carta de la ambigüedad, su conexión es tan fuerte, su actitud con los hombres tan despegada, a excepción de un caso aislado, que ante la distintas muestras de ternura femenina deja flotando la sombra de la duda lésbica. Aunque también podría vérselas como un grupo de vírgenes, “monjas” guerreras que no pueden distraerse con “juegos” de su lucha contra el dominante mundo de los hombres. (Decine21 / Almudí JD) LEER MÁS
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