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domingo, 25 de abril de 2010

La evangelización a través de Internet necesita profesionales que reflejen a Cristo y transmitan la Palabra de Dios


Benedicto XVI recibió ayer a los participantes del congreso nacional «Testimonios digitales. Rostros y lenguajes en la era digital», promovido por la Conferencia Episcopal Italiana.

El Santo Padre reconoció que en medio de las nuevas realidades virtuales «aumentan los peligros de homologación y control, de relativismo intelectual y moral» y expresó su deseo de la necesidad de que los medios en Internet estén al servicio de la misión irrenunciable de la Iglesia que es anunciar a Cristo, mostrando a todos la verdadera dignidad de la persona creada por Dios para que con Él llegue a su plenitud, y por tanto «estén animados por la caridad y puestos al servicio de la verdad, del bien y de la fraternidad natural y sobrenatural»

Benedicto XVI ha manifestado que Internet es también un cauce para la evangelización, tarea irrenunciable de la Iglesia: «Sin temores queremos adentrarnos en el mar digital, afrontando la navegación abierta con la misma pasión que desde hace dos mil años gobierna la barca de la Iglesia. Más que mediante los recursos técnicos, si bien éstos sean necesarios, queremos cualificarnos habitando también este universo con un corazón creyente, que contribuya a dar un alma al ininterrumpido flujo comunicativo de la red».

Benedicto XVI ha aludido al tema del encuentro de este año: “Testigos digitales. Rostros y lenguajes en la era de la encrucijada mediática”, subrayando que el tiempo en que vivimos conoce una enorme ampliación de las fronteras de la comunicación y realiza una inédita convergencia entre los diversos medios, haciendo posible la interactividad. La red informática, ha dicho el Papa, manifiesta una vocación abierta, tendencialmente igualitaria y pluralista pero, al mismo tiempo, marca una separación entre los que están incluidos en ella y los que quedan excluidos. Además, aumentan los peligros de homologación y de control, de relativismo intelectual y moral, que son reconocibles en la disminución del espíritu crítico, en la verdad reducida al juego de opiniones, en las múltiples formas de degrado y de humillación de la intimidad de la persona.

"Se asiste -ha señalado el Papa- a una contaminación del espíritu, que hace nuestros rostros menos sonrientes y más preocupados, que nos conduce a no saludarnos, a no mirarnos a la cara”. Enfatizando el objetivo de este encuentro, el Papa ha recordado que su objetivo es el de reconocer los rostros y, por tanto, superar aquellas dinámicas colectivas que pueden hacernos perder la percepción de la profundidad de las personas. Cuando esto sucede, las personas permanecen cuerpos sin alma, objetos de intercambio y consumo.

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