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viernes, 30 de abril de 2010

“Se acusa a la persona que más ha hecho para erradicar los abusos y castigar adecuadamente a los culpables”


          El vicedecano de la Facultad de Teología de San Dámaso, Juan José Pérez-Soba, licenciado Teología moral y Doctor en Teología en matrimonio y familia por el Pontificio Instituto Juan Pablo II para los estudios de matrimonio y familia, ha concedido una entrevista a Análisis Digital para hacer un recorrido por los cinco años de pontificado de Benedicto XVI y explicar a nuestros lectores cuál es el significado del Santo Padre para la Iglesia y para la sociedad y dar respuesta a cómo están tratando los medios de comunicación el problema de la pederastia
¿Por qué se intenta desprestigiar la figura del Papa?

           Detrás del Papa está la Iglesia como la única voz que defiende la dignidad trascendente del hombre y lo hace no de modo genérico, sino en campos muy concretos de comportamiento. El papel del hombre y la religión en la sociedad, la libertad religiosa, la eticidad de la política y la economía, la educación, la verdad del matrimonio y la familia, el valor sagrado del don de la vida. Todo ello con un equilibro y una sabiduría que hacen que tenga una autoridad moral del todo reconocida. Desprestigiar al Papa es un modo directo de descalificar la enseñanza de la Iglesia presentándola como dudosa, sin capacidad de crédito.

           Esta última insistencia en los escándalos sexuales ataca a la única instancia que defiende sin fisuras una verdad trascendente del matrimonio y la familia, frente a aquello que quieren relativizarla con la presentación de “modelos de familia” en lo que cabe todo. Lo propio de una posición cínica es siempre querer ridiculizar cualquier autoridad que la desenmascara. En particular, existe una presión enorme por parte de la ideología de género que quiere entrar en el ámbito educativo y solo encuentra la barrera de la Iglesia católica. Se puede comprender de qué modo le favorece directamente la campaña a la que nos referimos.

           Este modo de atacar, que tiene como todo escándalo, muy malas consecuencias, es un intento inútil en cuanto pretende callar a la Iglesia, porque la verdad tiene una fuerza mayor que cualquier ideología, porque aquella es permanente, mientras esta es pasajera. Por eso los católicos hemos de sentirnos mucho más unidos reafirmarnos en la misión recibida y entender que los casos sucedidos son una llamada a una purificación de la Iglesia.



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