Refiriéndose a los informes quinquenales de los obispos, el Santo Padre expresó su alegría por el esfuerzo en "predicar el Evangelio en las confirmaciones, en las visitas a las parroquias, en las reuniones con grupos de sacerdotes, religiosos y laicos y en las cartas pastorales".
A los prelados animó a esforzarse "por construir comunidades vibrantes y expansivas de hombres y mujeres fuertes en su fe, contemplativos y gozosos en la liturgia, y bien instruidos sobre ‘el modo de agradar al Señor’. En un ambiente marcado por el divorcio y la poligamia, promoved la unidad y el bienestar de la familia cristiana construida en el sacramento del matrimonio".
"Las iniciativas y asociaciones dedicadas a la santificación de esta comunidad fundamental merecen vuestro total apoyo. Seguid defendiendo la dignidad de la mujer en el contexto de los derechos humanos y defended a vuestros pueblos contra los intentos de introducir una mentalidad antinatalista disfrazada como una forma de progreso cultural", prosiguió.
El Santo Padre subrayó que la misión de los obispos "también requiere que se preste atención al discernimiento y preparación adecuados de las vocaciones y a la formación permanente de los sacerdotes".
ACIPRENSA
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