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lunes, 5 de abril de 2010
Carta del Prelado del Opus Dei (abril 2010)
En su carta de abril, Mons. Javier Echevarría invita a considerar la idea de que "con su humillación y su posterior exaltación, el Señor nos ha trazado el sendero por el que deben discurrir nuestros pasos en la existencia cotidiana".
Recuerda el Prelado dos aniversarios que han tenido lugar durante esta Semana Santa: el 31 de Marzo, en que se cumplieron setenta y cinco años del día en el que San Josemaría celebró por vez primera la Misa y dejó reservado el Santísimo Sacramento en la Residencia de Ferraz, y el 2 de abril, aniversario del fallecimiento de Juan Pablo II.
Recuerda cómo con frecuencia venía a la mente de San Josemaría que, después de quedarse el Señor en el sagrario del Centro, la labor apostólica experimentó un gran crecimiento (…): «Desde que tenemos a Jesús en el Sagrario de esta Casa, se nota extraordinariamente: venir Él, y aumentar la extensión y la intensidad de nuestro trabajo», consignó por escrito en una carta al Vicario General de la Diócesis de Madrid-Alcalá.
Comenta cómo todos conservamos en la mente que la muerte de Juan Pablo II produjo una sacudida espiritual en multitud de personas y dejó frutos innumerables y cómo, con su predicación y con su ejemplo, con su enfermedad, con su vida entregada y su muerte, un testimonio maravilloso de cómo hay que seguir a Cristo.
Afirma que con su humillación y su posterior exaltación, el Señor nos ha trazado el sendero por el que deben discurrir nuestros pasos en la existencia cotidiana e invita a meditar con profundidad lo que escribía San Josemaría: «Señor, que yo me decida a arrancar, mediante la penitencia, la triste careta que me he forjado con mis miserias... Entonces, sólo entonces, por el camino de la contemplación y de la expiación, mi vida irá copiando fielmente los rasgos de tu vida. Nos iremos pareciendo más y más a Ti. Seremos otros Cristos, el mismo Cristo, ipse Christus».
Haciendo referencia a dolorosos acontecimientos recientes, afirma que el Señor utiliza este modo de actuar —la unión con la Cruz— para santificarnos, y también permite que la misma Iglesia sufra muchos ataques (…) Ante estas situaciones, no hemos de perder el ánimo ni encogernos; sintamos tristeza fraterna por aquellos que se mueven en el error, y recemos por ellos; devolvámosles bien por mal; y tomemos la decisión de ser más alegremente fieles y más apostólicos, afirmando que Dios no pierde batallas. Con su amor y su omnipotencia infinitos puede sacar, del mal, el bien.
Termina su carta pidiendo oraciones por el Papa y sus colaboradores, por todas mis intenciones.
Texto completo de la Carta del Prelado del Opus Dei
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