"Hemos destruido el "nosotros" de la comunidad de los cristianos, hemos dividido el único camino en muchos caminos" y ahora experimentamos el pecado que no nos hace beber del único cáliz, ni estar juntos en el altar, pero hoy estamos aquí para orar juntos al Señor, el único que puede darnos el don de la unidad. Con estas palabras Benedicto XVI concluyó su homilía del domingo, llevada a cabo durante el curso de la liturgia del culto de la comunidad luterana de Roma. Fue invitado a la Christuskirche, la "iglesia de Cristo" de la calle Sicilia en Roma, a 27 años de la visita de Juan Pablo II, la primera de un Papa a una iglesia luterana desde la Reforma de 1517.
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