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jueves, 25 de marzo de 2010

La persona sólo puede realizarse si vive en el amor


Creado para amar, sólo actuando así el hombre puede realizarse plenamente. Es la advertencia del Papa a jóvenes de los cinco continentes que, reunidos cerca de Roma en vísperas de la XXV Jornada Mundial de la Juventud (el domingo de Ramos), reflexionan sobre el tema «Aprender a amar», considerando cada estado de vida.

En su décima edición, el Forum internacional de jóvenes (del 24 al 28 de marzo) se convoca coincidiendo con la Jornada Mundial de la Juventud, que el próximo domingo (de Ramos) –que se celebra a nivel diocesano- cumple sus bodas de plata.

A todos estos jóvenes, y al presidente del dicasterio –el cardenal Stanislaw Rylko-, envía Benedicto XVI un mensaje, difundido hoy, alentándoles en el descubrimiento de la «vocación al amor» «como personas y como bautizados». Un camino que llama a realizar «con todo el corazón» y «todas sus energías». Y es que tal es la esencia de la toda la existencia, tema central en la fe y en la vida cristiana.

El Papa indica a los jóvenes el punto de partida de toda reflexión sobre el amor: «el misterio mismo de Dios», «que es Amor», que ha creado al hombre a su imagen y semejanza.

«Por el hecho mismo de que Dios es amor y el hombre es su imagen, comprendemos la identidad profunda de la persona, su vocación al amor –subraya Benedicto XVI-. El hombre está hecho para amar; su vida se realiza plenamente sólo si se vive en el amor».

«La vocación al amor adquiere distintas formas según los estados de vida», prosigue el Papa. «Los sacerdotes dan la vida para que los fieles puedan vivir del amor de Cristo»; por su parte los consagrados en el celibato son «signo elocuente del amor de Dios por el mundo y de la vocación a amar a Dios sobre todas las cosas».

En su mensaje Benedicto XVI se detiene especialmente en «la grandeza y la belleza del matrimonio», porque «la relación entre el hombre y la mujer refleja el amor divino de manera del todo especial; por ello el vínculo conyugal asume una dignidad inmensa».

Son muchos quienes consideran el matrimonio como un contrato que se puede romper. De ahí la «importancia vital» de «comprender que el verdadero amor es fiel, definitivo don de sí», indica. «Dado que Cristo consagra el amor de los esposos cristianos y se compromete con ellos, esta fidelidad no sólo es posible -recalca-, sino que es la vía para entrar en una caridad cada vez mayor».

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