
«¿Qué tiempos son éstos en los que tenemos que defender lo obvio?».
Desde el siglo I hasta casi finales del siglo V, decir “Roma” era mencionar la capital de un vasto imperio; algo así como -salvando distancias de tiempo y de otros muchos aspectos-, decir hoy “Bruselas” es referirnos a la capital de los 27 países que conforman la Unión Europea.
El lazo de unión Roma-Bruselas, me lo han suscitado dos representaciones, aparecidas en una y otra ciudad, a distancia de dos mil años, que tienen por centro la persona de Jesucristo. Aunque con diverso contexto figurativo en torno al Señor, y sin juzgar las intenciones de sus autores, puede decirse que las dos hieren claramente los sentimientos religiosos y resultan insultantes y anticristianas. Pero no pasan de ahí, que no es poco, sus similitudes.