La Resurrección de Cristo nos conforta en este tiempo difícil de pandemia universal. Dios es infinitamente misericordioso, El es el que más sufre con la humanidad doliente azotada por el virus. Llevemos esta Luz a todos los que nos rodean.
Expliquemos que el tiempo de pandemia es tiempo de plenitud de vida cristiana, de santidad. Y recordemos, con el Papa Francisco que los cristianos debemos ser la imagen sensible de la misericordia del Resucitado que lleva la esperanza y el consuelo a todos los rincones. Acompaño mis reflexiones.
Celebramos hoy la cumbre del misterio de nuestra Salvación. Así lo hacemos también todos los domingos del año. Es la verdad nuclear del Cristianismo. El triunfo de Cristo sobre la muerte y el comienzo de una Vida Nueva para Jesús y para nosotros. La consumación del proyecto salvador de Dios. "Nosotros somos testigos", dirán los Apóstoles en su primera predicación.
La Iglesia rompe a cantar en la Vigilia Pascual: "Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo...Goce también la tierra inundada de tanta claridad y que, radiante con el fulgor del Rey Eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero". (Pregón Pascual). Nuestra alegría es grande porque entendemos que, incorporándonos a esa "Vida Nueva" que nos llega por los Sacramentos, resucitaremos también con Jesucristo.