Es hora de abandonarse en los brazos del Buen Pastor y sentir la resposabilidad de ser buenos pastores para los que nos rodean. Acompaño mis reflexiones.
“Dios todopoderoso y eterno que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo; concédenos... que el rebaño de tu Hijo tenga parte en la admirable victoria de su Pastor”. Jesucristo, triunfador de la muerte, es la puerta que nos franquea la entrada en la eternidad.
Sin fe en una vida distinta y mejor, la existencia humana se convierte en una broma cruel ante la realidad incuestionable de la muerte. Todos los sacrificios y desvelos por nuestra familia, los esfuerzos e ilusiones en el trabajo, los proyectos, aquello por lo que noblemente nos hemos esforzado, un día serían cenizas sin la esperanza de la resurrección.