El tesoro de la Palabra de Dios requiere humildad y docilidad en el que escucha, algo que faltó en los paisanos de Jesús al presentarse como Mesías delante de ellos. Abramos el corazón al tesoro de la Palabra divina. Acompaño mis reflexiones.
La homilía que Jesús pronunció en Nazaret desvelando el sentido de las palabras de Isaías, provocó una airada reacción entre los oyentes. Y, sin embargo, esto no era sino un modesto adelanto de ulteriores declaraciones sobre su divinidad: pensemos, por ejemplo, en los llamados pasajes del yo. Nunca un hombre llegó a hablar así de sí mismo.