Una vez que Jesús ha presentado las bienaventuranzas, las claves que descubren dónde está la felicidad (cf. Lc 6,20-26), ahora señala el camino para alcanzarla, un sendero duro y espinoso, pero que vale la pena recorrer.
“Amad a vuestros enemigos”. ¿No es esto algo que excede la capacidad humana? Es, ciertamente, costoso pero necesario. Basta abrir los ojos para ver que, en las relaciones profesionales, en el debate político y social, e incluso, a veces, entre amigos y miembros de la propia familia, se hace daño, se comenten injusticias, y no faltan humillaciones, rencores o venganzas. Pero cuando la respuesta a esos atropellos es violenta, las consecuencias son todavía peores. Es necesario encontrar una salida a los conflictos desde otra perspectiva. La propuesta de Jesús es creativa y eficaz: solo el amor es capaz de desarmar el odio.