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sábado, 17 de octubre de 2015

“En los cursillos prematrimoniales hay que ilusionar, no obligar a cumplir un trámite”

En la sociedad actual, cada vez menos parejas se casan y las uniones son más inestables. El Papa Francisco ha advertido que “los jóvenes no se casan, no quieren casarse”, y que es un problema pastoral para la Iglesia Católica. Explicó recientemente que “para ser sacerdote hay una preparación de ocho años”; sin embargo, para casarse toda la vida “se hacen cuatro cursos cuatro veces, hay algo que no va”.

El Sínodo de la Familia está reflexionando sobre la conveniencia de que los jóvenes se preparen más a fondo para el matrimonio, y que esa formación continúe durante los primeros años de casados. Sin embargo, esta idea podría echar para atrás a muchas parejas. Un porcentaje elevado de novios van a los cursillos prematrimoniales por obligación, como un trámite más, en lugar de asistir a formarse para un proyecto de vida ilusionante.

Obispos y expertos reunidos en el sínodo enumeran varias razones por las que los jóvenes no quieren casarse: falta de madurez afectiva, considerar que la unión para siempre es una carga en lugar de un camino de felicidad y, por último, escasa fe en el matrimonio, además de poca fe espiritual.
Algunos matrimonios ayudan a otros y a parejas jóvenes a poner en valor el sacramento matrimonial. Como Lara y Leo que colabora en el Centro de Orientación Familiar (COF) de la parroquia Nuestra Señora de la Visitación, en las Rozas (Madrid) y en la parroquia de San Ignacio en Torrelodones. Forman a parejas de novios que acuden a los cursillos prematrimoniales. Tienen 5 hijos pequeños. Consideran que muchos jóvenes acuden a los cursillos como un trámite más, para cumplir con el mínimo que te pide la Iglesia para casarte canónicamente. Una gran mayoría no pisa la Iglesia desde el día de su comunión. “Por lo menos, ese fin de semana que reciben el cursillo, los sacerdotes y los matrimonios les ofrecemos a estos jóvenes apoyo y acompañamiento para toda su vida matrimonial”, afirma Lara.
Opinan que los jóvenes necesitan “poner en valor el matrimonio, descubrir que no es algo trivial. Los jóvenes están imbuidos en la cultura actual, habituados a una falta de compromiso en todos los ámbitos, buscando la vida fácil. Se trivializa el vínculo, piensan que estar con una persona toda la vida es, cuanto menos, una losa en lugar de una confianza mutua y apoyo”, señala este matrimonio.

Exigencia versus donación

Lara señala que se ha debilitado la promesa para toda la vida, porque estamos en una sociedad donde reina la desconfianza y a los jóvenes les parece imposible el compromiso para siempre. “No hemos sabido ilusionarles en que prometer a alguien amor para siempre, proporciona una felicidad mucho más grande que vivir el momento hasta que la pasión dure, que es diferente al amor. El resultado es una soberana insatisfacción. Se ha producido un cortocircuito de cómo se debe amar”, y explica el por qué: “Si te sabes amado por Dios, a pesar de ser un pobre hombre, amarás así a tu marido o a tu mujer. De lo contrario, el matrimonio se convierte en una exigencia en lugar de una donación”.
Este matrimonio, como otros muchos, también acude a lo que ellos llaman coloquialmente las ITV matrimoniales. “Nos consuela pensar que todos los matrimonios pasamos por las mismas crisis y, que si recibimos ayuda en una comunidad de la Iglesia, no estaremos solos” afirma Lara. A los COF llegan personas desorientadas, con mucho daño en la convivencia, situaciones graves de infidelidad, abusos, etc. Reciben terapia y orientación para renovar el matrimonio con ilusión. “No se pide el carné de bautizado para acudir a una terapia matrimonial de la Iglesia Católica”, dice Leo.
religionconfidencial.com

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