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sábado, 12 de junio de 2010

CUARTA JORNADA EN ROMA: MISA DE CLAUSURA DEL AÑO SACERDOTAL EN SAN PEDRO

          La imagen del santo cura de Ars estaba en el centro de la fachada de la basílica de San Pedro esta mañana. En  la Misa concelebraron con el Papa  80 cardenales, 350 arzobispos y obispos y más de 15.000 sacerdotes de los cinco continentes.

          El aula Pablo VI fue el lugar en que confluimos los sacerdotes para revestirnos y acceder a la plaza de San Pedro.

          Las campanas de la basílica empezaron a sonar fuertemente a las 8,45 horas.  la preparación para la Eucaristía, se realizó con algunos cantos alusivos a la vocación del sacerdote y con la lectura de algunos textos que permitieron a los miles de concelebrantes, y a los fieles asistentes recogerse y prepararse para la  Eucaristía. 

          Las lecturas se realizaron en varios idiomas. La  lectura del Evangelio fue la Parábola de la oveja perdida. el Papa señaló que la humanidad necesita que los cristianos, especialmente los presbíteros, sean portadores del agua viva de Cristo que comunica la verdadera alegría y esperanza. 

          En la homilía de la Misa, en la que utilizó el cáliz de San Juan María Vianney, el Santo Padre afirmó que el motivo de la celebración del Año Sacerdotal ha sido "comprender de nuevo la grandeza y la belleza del ministerio sacerdotal", y agregó: "el sacerdote no es simplemente alguien que detenta un oficio. Por el contrario, el sacerdote hace lo que ningún ser humano puede hacer por sí mismo: pronunciar en nombre de Cristo la palabra de absolución de nuestros pecados, cambiando así, a partir de Dios, la situación de nuestra vida. Pronuncia sobre las ofrendas del pan y el vino las palabras de acción de gracias de Cristo, que abren el mundo a Dios y lo unen a Él. Por tanto, el sacerdocio no es un simple ‘oficio’, sino un sacramento"

          "Esta audacia de Dios, que se abandona en las manos de seres humanos; que, aun conociendo nuestras debilidades, considera a los hombres capaces de actuar y presentarse en su lugar, esta audacia de Dios es realmente la mayor grandeza que se oculta en la palabra ‘sacerdocio’. Esto es lo que en este año hemos querido de nuevo considerar y comprender. Queríamos despertar la alegría de que Dios esté tan cerca de nosotros y también, así, enseñar de nuevo a los jóvenes que esta vocación, esta comunión de servicio por Dios y con Dios, existe".

          Después de la homilía, los sacerdotes renovamos las promesas hechas en el momento de nuestra ordenación, respondiendo fuertemente “sí” a las preguntas que realizó el Papa.  Fue uno de los momentos más emocionantes de la concelebración.

          Al finalizar la Eucaristía, y con ella el Año Sacerdotal,  Benedicto XVI en unión con todos los concelebrantes, rezó la oración de consagración de los sacerdotes a la Virgen María: “Ayúdanos con tu potente intercesión a no desmerecer esta vocación sublime, a no ceder a nuestros egoísmos, a las lisonjas del mundo y a las sugestiones del Maligno”, dijo el Papa.

          “Madre de la Iglesia”, oraba Benedicto XVI, “nosotros sacerdotes queremos ser pastores que no se apacientan a sí mismos sino que se entregan a Dios por los hermanos, encontrando en esto su felicidad. No sólo con palabras sino con la vida, queremos repetir humildemente, día a día,  nuestro aquí estoy”.

          Al final, el Papa recorrió la plaza de San Pedro acompañado del aplauso y el afecto de todos los sacerdotes y fieles.  Realmente todo ha sido extraordinario. La piedad del Papa en la celebración. Sus palabras que llegaron al corazón de todos. El recogimiento y silencio de sacerdotes y fieles en la mayor  Concelebración Eucarística de la historia. La organización ha sido perfecta en todos los detalles: los avisos detallados para la Eucaristía, la Comunión de los concelebrantes, el suministro abundante de agua para paliar el calor reinante, la rapidez con la que se atendió medicamente  al que lo necesitó.....

SALUDO DEL PAPA A LOS SACERDOTES DE LENGUA ESPAÑOLA

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