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viernes, 13 de septiembre de 2013

Cuando la conciencia molesta a la ley

   
   Texas puede quedarse próximamente sin el fármaco que utiliza para aplicar la pena de muerte, pues los laboratorios farmacéuticos que lo fabrican han objetado a que sea usado con este fin. Este resultado permite situar en un contexto nuevo y esclarecedor la objeción de conciencia, que algunos quieren limitar en otros asuntos controvertidos. Así lo hace ver Sean Murphy en este artículo publicado originalmente en Protection of Conscience Project (Canadá).

A finales de 2010, en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE) se presentó un informe de su Comisión de Asuntos Sociales, Salud y Familia en el que expresaba su profunda preocupación por el problema de la “objeción de conciencia no regulada” en Europa. El Comité propuso que los Estados adoptaran “una regulación integral y clara” para hacer frente a este problema.


Quejas contra la objeción de conciencia
Al final el Consejo adoptó una resolución (1) que contradecía casi por completo las premisas del informe, y que defiende explícitamente el derecho a la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios (cfr. Aceprensa, 9-10-2010). Pero en 2011 el tema fue resucitado por el Dr. Leslie Cannold, un especialista en ética de Australia. El Dr. Cannold advirtió que “en el mejor de los casos, la objeción de conciencia no regulada es un accidente a punto de ocurrir”, y en el peor, “una espada empuñada por el creyente contra los vulnerables, con resultados catastróficos”. Era, escribió, “un problema acuciante que, en conciencia, ya no podemos ignorar”.

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