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lunes, 9 de septiembre de 2013

Familia y religión, la doble hélice de la sociedad


   
Eberstadt, investigadora del Hoover Institute y del Ethics and Public Policy Center en Washington, es tenida en EE.UU. como una de las analistas culturales más sugerentes del momento. Elogiada por intelectuales como George Weigel, Mary Ann Glendon o Francis Fukuyama, procura comprender fenómenos de la sociedad contemporánea desde perspectivas novedosas.

   A Mary Ebertsadt las teorías sobre la secularización le parecen demasiado abstractas. En ellas, la pérdida del sentido religioso en países de antigua tradición cristiana suele presentarse como un proceso intelectual en el que la vida familiar tiene poco que decir. Frente a este modo de concebir la secularización, su nuevo libro How the West Really Lost God: A New Theory of Secularization (Templeton Press), Eberstadt defiende la idea de que el cambio familiar y el cambio religioso van de la mano.




  Su libro The Loser Letters muestra los efectos no deseados del “nuevo ateísmo” en las chicas que han terminado adoptando un estilo de vida libertario y secularizado (cfr.Aceprensa, 28-07-2010). En la misma línea, Adam and Eve after the Pill explica la distinta suerte que han corrido hombres y mujeres tras la revolución sexual (cfr. Aceprensa, 28-03-2012).


 El debilitamiento de la familia en una sociedad contribuye al declive de la experiencia religiosa. Eberstadt lo explica sirviéndose de la estructura del ADN: “La religión y la familia son la doble hélice de la sociedad: una depende de la vitalidad de la otra para reproducirse”. Se trata, pues, de un proceso en doble sentido: al igual que el factor religioso proporciona un ambiente que transforma los valores de una familia, el factor familiar actúa como una fuerza poderosa sobre el estado de las creencias y la práctica religiosa de una sociedad.

La dinámica de la doble hélice lleva a Eberstadt a imaginar dos escenarios posibles para el futuro de la religión en Occidente: uno pesimista y otro optimista. El primero se limita a constatar que si sigue la fragilidad de la familia, crecerá el abandono de la práctica religiosa. El segundo es más complejo, ya que introduce un nuevo elemento en la ecuación: el Estado del bienestar. Su hipótesis es que la actual crisis económica y demográfica de Occidente puede tener el efecto inesperado de reavivar la estima por la familia (y por tanto de la religión) como la alternativa más viable al Estado de bienestar.

Eberstadt concluye con un mensaje práctico para los creyentes: “Hoy y siempre sacar adelante una familia supone mucho esfuerzo. Las personas preocupadas por preservar la institución familiar tendrían que plantearse cómo pueden facilitar la vida a quienes desean formar una familia”. Por eso, propone a las parroquias que organicen servicios de guardería y grupos de voluntarios que apoyen a las familias que acaban de tener un bebé.
Tenéis la información completa: AQUI
Juan Meseguer
aceprensa

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