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domingo, 4 de julio de 2021

El día del Señor: domingo 14º del T.O. (B)

El Señor nos acompaña siempre: nos concede la luz para acertar en el camino y la fortaleza para seguirlo a pesar de nuestra debilidad. Acompaño mis reflexiones

La Liturgia de la Palabra de hoy nos recuerda los dos grandes obstáculos a superar al dar a conocer a Jesucristo: la incredulidad y la propia debilidad. “Te envío para que les digas: Esto dice el Señor... te hagan caso o no te hagan caso (pues son un pueblo rebelde), sabrán que hubo un profeta en medio de ellos”, Y en la 2ª Lectura continúa S. Pablo su labor evangelizadora sobreponiéndose a su debilidad y apoyado en la gracia de Dios.

También el Señor al comienzo de su ministerio público encontró una gran resistencia para que aceptaran su mensaje. Los prejuicios pudieron más que la evidencia: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María...? Y desconfiaban de él”. También hoy se mira con desconfianza a Jesucristo, a su Iglesia y a sus enseñanzas. Esta reserva inicial que es una dura prueba para nuestra fe, no debe ni retraernos de seguir difundiéndola entre nuestros familiares y amigos ni acomodarla para hacerla más atractiva a una mentalidad permisiva.

“¿Cómo callar, dice Juan Pablo II, ante la indiferencia religiosa que lleva a muchos hombres de hoy a vivir como si Dios no existiera o a conformarse con una religión vaga, incapaz de enfrentarse con el problema de la verdad y con el deber de la coherencia?”.

Debemos pedir al Señor que nos ayude a sobreponernos a la tentación del desaliento al detectar las resistencias o la débil respuesta que la verdad de Jesucristo encuentra tanto en nosotros mismos como en quienes nos rodean. La verdad tiene un enorme poder de convocatoria. Ella se abre paso por sí sola en la cabeza y el corazón de quienes la buscan sinceramente. Tomemos ejemplo del Señor en Nazaret donde sus paisanos le miran con desconfianza, como acabamos de oír en el Evangelio de la Misa de hoy, o en aquella entrevista con Pilato donde parece derrotado y frente a un mandatario escéptico: “Yo para esto he nacido y para eso vine al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz” (Jn 18,37).

No nos dejemos impresionar por los obstáculos que encontremos en el camino. El futuro es de los que no se desaniman y continúan difundiendo entre sus iguales la doctrina salvadora de Cristo. Habrá dificultades, incomprensiones y hasta rechazos violentos, pero el éxito final está asegurado. “En el mundo tendréis tribulación; pero confiad: yo he vencido al mundo” (Jn 16,33). 

«Partió de allí y se fue a su ciudad, y le seguían sus discípulos. Llegado el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y muchos de los oyentes, admirados, decían: ¿De dónde sabe éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es la que se le ha dado y estos milagros que se hacen por sus manos? ¿No es éste el artesano, el hijo de María, y hermano de Santiago y de José y de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros? Y se escandalizaban de él. Y les decía Jesús: No hay profeta menospreciado sino en su propia patria, entre sus parientes y en su casa. Y no podía hacer allí ningún milagro; solamente sanó a unos pocos enfermos imponiéndoles las manos. Y se asombraba por causa de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de los contornos enseñando.» (Marcos 6, 1-6)

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