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sábado, 24 de julio de 2021

Santiago Apóstol


El Apóstol Santiago trajo el Evangelio a nuestra tierra. Su fiesta es ocasión para agradecerle ese tesoro y volver de su mano a nuestras raíces cristianas. Acompaño mis reflexiones. 

Pasando Jesús junto al lago de Galilea vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban repasando las redes, y los llamó, y les dio el nombre de "Boanerges", que significa "hijos del Trueno" .

Todo comenzó cuando algunos pescadores del lago de Tiberiades fueron llamados por Jesús de Nazareth. Acogieron esta llamada, lo siguieron y vivieron con Él cerca de tres años. Fueron partícipes de Su vida cotidiana, testigos de Su plegaria, de Su bondad misericordiosa con los pecadores y con los que sufrían, de Su poder. Escucharon atentos Su palabra, una palabra jamás oída". 
En este tiempo, los discípulos tuvieron el conocimiento de una realidad que, desde entonces, les poseerá para siempre; precisamente la experiencia de la vida con Jesús. Se había tratado de una experiencia que había roto la trama de la existencia precedente; habían tenido que dejar todo, familia, profesión, posesiones. Se había tratado de una experiencia que les había introducido en una nueva manera de existir.
Un día el invitado a seguirle fue Santiago, hijo de Salomé, una de las mujeres que servían a Jesús con sus bienes y que estuvo presente en el Calvario, y hermano de Juan. 

El Apóstol conocía ya al Señor antes de que éste le llamara definitivamente, y gozó de una particular predilección, junto a Pedro y a su hermano: estuvo presente en la glorificación del Tabor, presenció el milagro de la resurrección de la hija de Jairo y fue uno de los tres que el Maestro tomó consigo para que le acompañaran en Getsemaní, en el comienzo de la Pasión. Por su celo impetuoso, el Señor dio a estos dos hermanos el sobrenombre de Boanerges, los hijos del trueno.

La tradición nos habla de este Apóstol predicando en España. Su afán de almas le llevó hasta el extremo del mundo conocido. La misma tradición nos cuenta las dificultades que encontró en estas tierras en los comienzos de su evangelización, y cómo Nuestra Señora se le apareció en carne mortal para darle ánimos. 

Es posible que a nosotros también nos llegue el desaliento en alguna ocasión y que nos encontremos algo abatidos por los obstáculos que dificultan nuestros deseos de llevar a Cristo a otras almas. Podemos incluso encontrar incomprensiones, burlas, oposiciones. Pero Jesús no nos abandona. Acudiremos a Él, y podremos decir con San Pablo: Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados.... Y acudiremos a Santa María, y en Ella, como el Apóstol Santiago, encontraremos siempre aliento y alegría para seguir adelante en nuestro camino.

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