Abandonar físicamente la oficina es cada vez menos sinónimo de haber terminado la jornada laboral. Muchas empresas requieren que sus empleados continúen “en contacto” para resolver posibles contingencias, o simplemente para terminar tareas pendientes.
Aunque otros países han intentado legislar sobre el tema, Francia ha sido el primero en aprobar una ley específica sobre el “derecho a la desconexión”. Con todo, algunos expertos reclaman que estas protecciones respeten la flexibilidad de horarios demandada por muchos trabajadores.
Aunque otros países han intentado legislar sobre el tema, Francia ha sido el primero en aprobar una ley específica sobre el “derecho a la desconexión”. Con todo, algunos expertos reclaman que estas protecciones respeten la flexibilidad de horarios demandada por muchos trabajadores.
La norma sobre la desconexión está incluida en la reforma laboral, tan contestada por los sindicatos, aprobada en julio sin votación parlamentaria, mediante la invocación de poderes extraordinarios por parte del gobierno.
En realidad, el “derecho a desconectar” ya existía, por la misma limitación legal de la jornada de trabajo. La jurisprudencia francesa contiene casos de patronos condenados por sancionar a un empleado que se negaba a conectarse fuera del horario laboral. La novedad es que desde ahora es necesario poner en negro sobre blanco si se puede pedir a un asalariado que atienda mensajes y en qué condiciones. No se prevé ninguna sanción a las empresas por incumplimiento; pero las normas que fije cada una podrán servir de base para que se reconozcan horas extraordinarias y ser tenidas en cuenta para fijar la indemnización por despido.
En concreto, las empresas de más de 50 empleados tendrán que abrir una negociación con su plantilla sobre el uso de tecnología para asuntos de trabajo fuera de la jornada. Si no se llega a un acuerdo, la empresa ha de publicar una guía que especifique claramente los derechos y obligaciones de los trabajadores en este campo: cuándo o para qué han de estar disponibles y cuándo pueden “perder cobertura”.
La intención de la medida es actuar como freno ante el aumento de empleados “quemados”, que algunos consideran un mal de nuestro tiempo ligado a la ubicuidad de las tecnologías de la comunicación, sobre todo los teléfonos inteligentes y más recientemente las tabletas. A esto se une una cultura empresarial, sobre todo en algunos sectores, que valora mucho la “disponibilidad” del empleado.
Atender asuntos laborales fuera de jornada, o al menos tener que estar conectados a cualquier hora, puede provocar estrés, perjudicar el descanso y las relaciones familiares de los trabajadores. Según algunos expertos, también limita la productividad, por lo que ni siquiera desde un punto de vista puramente económico resulta rentable.
Razones de empresa
De hecho, ha sido el mundo empresarial quien ha llevado la delantera en la aplicación de este tipo de medidas. Dos años antes de que el Parlamento aprobara la ley que acaba de entrar en vigor, las principales agrupaciones de la patronal y los sindicatos mayoritarios firmaron un acuerdo para restringir el derecho de los empleadores a contactar con sus empleados fuera de la jornada laboral. No obstante, la normativa solo afectaba a unos 250.000 trabajadores del sector tecnológico y de las consultorías. Algunas compañías, de manera individual, han sido pioneras en este campo. Es el caso de Orange, cuya política de “desconexión” ha inspirado la regulación vigente desde el 1 de enero.
Lo mismo ha ocurrido en Alemania, aunque aquí los avances hechos en el ámbito empresarial aún no han cristalizado en una ley nacional. Grandes empresas como Volkswagen, BMW, Deutsche Telekom o Daimler han aprobado normativas de desconexión que van desde prohibir a los jefes mandar correos de trabajo fuera de jornada a crear un software que automáticamente destruye o retiene hasta el día siguiente cualquier mensaje a deshora. Incluso el Ministerio de Trabajo ha aplicado un protocolo parecido entre sus empleados, aunque la titular de la cartera no ha conseguido que prospere un proyecto de ley sobre el tema impulsado en 2014.
El problema de los empleados “quemados” está en el debate público, a pesar de que los alemanes son –junto a los franceses– de los que menos horas dedican al trabajo, al menos oficialmente. Y es que esta “epidemia”, como algunos la han llamado, no solo se debe al alargamiento de la jornada. Según varias encuestas, el principal problema son las tensiones en la oficina: jefes demasiado exigentes o falta de reconocimiento por parte de los superiores.
Protección con flexibilidad
De hecho, muchos empelados consideran positivo tener una cierta flexibilidad de horarios, incluso si esto supone que el trabajo rebase los límites de la oficina. Lo mismo sucede en Francia. Una encuesta reciente señalaba que el 40% de la población empleada no estaba de acuerdo en que se regulara el derecho a la desconexión.
Como explicaba a The Guardian Anna Cox, experta en conciliación del University College London, “algunas personas no tienen problema en trabajar dos horas por la tarde, pero quieren estar libres de 3 a 5 para poder recoger a sus hijos del colegio y estar con ellos; a otras les viene bien atender asuntos laborales muy de mañana, para llegar con trabajo hecho a la oficina”.
No obstante, señala Cox, la aprobación de esta norma tendrá al menos el efecto positivo de fomentar un debate sobre este tema tan importante.
aceprensa.com
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