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domingo, 1 de julio de 2018

El día del Señor: domingo 13 del T.O. (B)

Como Jairo ante su hija gravemente enferma, muchos ven que nuestro mundo familiar, laboral, social, está también enfermo. El tejido social ha sido invadido por el cáncer del utilitarismo. Ya no hay principios. La falta de escrúpulos en los negocios, la corrupción política, jurídica, policial...; la mentira, la vulgaridad se adueñan de la situación.
¿Qué hacer para que el avance del mal no produzca una metástasis mortal? Acudir, como Jairo, a Cristo. “Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella para que se salve y viva”. En el camino hacia la casa de la enferma llegaron con esta noticia: “Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al Maestro?”.
¿No tenemos a veces la impresión de que hay obstáculos que no podremos superar nunca? Hay momentos en que parece que todo se derrumba. ¡Es inútil! ¡Esto no tiene arreglo. Con este marido, con esta mujer, con estos hijos, en este ambiente..., no hay nada que hacer; para qué molestarse! “Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo a Jairo: “No temas; basta que tengas fe”. Es la condición que pone el Señor para la solución de muchos de nuestros problemas. No perder la confianza en Dios.

Ya en casa de Jairo, encontró el Señor un gran alboroto y los lloros de los que llenaban la casa, y les dijo: “la niña no está muerta, está dormida”.A los ojos de Dios las cosas no son como las vemos desde nuestra postración espiritual, con una mirada exclusivamente humana y, menos aún, catastrofista. ¡No todo está podrido, ni carente de solución en nuestro mundo!

Dice el evangelista que “se reían de él”. No es fácil en las horas bajas de la vida evitar una mueca burlona y escéptica: ¡Hombre, no me hagas reír! ¡Esto no tiene solución! ¿Quién no ha mirado con ironía o con lástima a quien ofrece una visión optimista ante una catástrofe? Se reían de Él. Pero Jesús, tomando de la mano a la niña, la levantó y se llenaron de asombro. ¡Fe en Dios y en la Iglesia, y pondremos de pie muchas cosas que han sido abatidas!
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 5, 21-43)
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva». 

Se fue con él y lo seguía mucha gente; llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe». No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. 

Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida». Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). 

La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Juan Ramón Domínguez Palacios
http://lacrestadelaola2028.blogspot.com

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