En un libro-entrevista con el director de la Biblioteca de Autores Cristianos, habla sobre el matrimonio, los divorciados, la homosexualidad y las ideologías que quieren anular la religión.
La editorial Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), de la Conferencia Episcopal, acaba de publicar el libro “Informe sobre la Esperanza”. Se trata de un diálogo-entrevista entre su director, el sacerdote Carlos Granados, y el cardenal alemán Gerhard Müller, prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe.
La editorial Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), de la Conferencia Episcopal, acaba de publicar el libro “Informe sobre la Esperanza”. Se trata de un diálogo-entrevista entre su director, el sacerdote Carlos Granados, y el cardenal alemán Gerhard Müller, prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe.
El sacerdote Carlos Granados presenta en este libro al cardenal Müller, como el “Prefecto de la Fe y, por tanto, alguien que tiene un punto de vista privilegiado sobre las situaciones, los horizontes y los interrogantes que se abren ante nosotros”. Apunta que “no es para nada el estereotipo que muchas veces tiene la gente de hombre de curia formal, diplomático, frío y calculador. Su discurso corre sereno y firme”.
Además de ser la máxima autoridad de la Iglesia en materia de fe, es “un teólogo, es decir, un creyente que trata de expresar la respuesta de Dios a las preguntas del hombre actual”, un hombre que “no percibe su falta de fe como una tragedia pero sí le inquieta la falta de esperanza, que la sustituye con sucedáneos, como el optimismo”, señala.
De aquí el título “Informe sobre la esperanza”. “Constatamos con gran tristeza y preocupación que pocos de nuestros coetáneos, especialmente jóvenes y niños, educados en un mundo sin Dios, confían en que la historia, incluso su misma historia personal, tenga una trama, un origen y un destino…no contando con un relato noble que les eleve, que dé sentido a toda su vida...para quién vivimos, por qué sufrimos… el resultado solo puede ser una crisis de la esperanza”, señala Müller en este libro.
¿Qué podemos esperar de la Iglesia?
En el segundo capítulo, el prefecto para la doctrina de la fe reconoce que “aunque la Iglesia es santa”, “los miembros son hombres y pueden caer en el pecado” y se refiere a los pecados graves. “Quien entiende esto es capaz de no seguir el juego de los enemigos de la Iglesia, que siempre están buscando nuevos modos para desacreditarla”.
El cardenal alemán afirma que “algunos medios de comunicación o de prensa sensacionalista que se benefician con estos escándalos, sean o no verdaderos, también usan estos argumentos. Para evitar estos escándalos, sobre todo por parte de los sacerdotes recuerda que los presbíteros “hemos de cuidar con esmero nuestra vida espiritual”.
Müller reconoce que “ciertas épocas de la historia de la Iglesia han sido realmente fatídicas” como el periodo oscuro en la Iglesia altomedieval, pero considera injusto que la prensa magnifique las miserias de los sacerdotes y callen todo lo referente a la vida ejemplar y fiel de la gran mayoría del clero.
El cardenal recuerda que la Iglesia ha pedido perdón por sus miserias pero considera “llamativo que casi nunca haya existido una disculpa parecida entre otros sectores de la sociedad”, como por ejemplo, los “ultraliberales actuales, que siguen las hormas de aquellos del siglo XIX que con tanto ahínco suprimieron las libertades civiles de la Iglesia; o los comunistas y los políticos radicales que han impuesto leyes sectarias”. También se refiere a los “políticos de extrema derecha, herederos del nacionalsocialismo o del fascismo; o, en fin, a los que han intentado por todos los medios eliminar la religión cristiana del ámbito público, y a los que bajo una supuesta libertad de expresión, han incitado o tolerado ataques viles contra la Iglesia”.
¿Qué podemos esperar del Papa?
En este capítulo, el cardenal alemán advierte que puede darse un falso papismo “cuando se admira exageradamente al Papa como a un personaje más de la vida pública, como una especie de líder mundial” y señala que “esto es el papismo propio de una eclesiología mundana, tan denunciado, por otra parte, por el papa Francisco”.
Sobre el celibato sacerdotal insiste en que el “sacerdote es más que un funcionario religioso al que se ha atribuido una misión independiente de su vida. Por seguir a Cristo, han dejado todas las seguridades humanas detrás de sí y en particular a su esposa”.
Recuerda también que la crisis del celibato no es de ahora porque se planteó en la reforma protestante, la revolución francesa y la revolución sexual. “Las crisis siempre han consolidado la bondad de la doctrina sobre el celibato”.
Divorciados vueltos a casar
Müller reconoce que “el problema del divorcio no es fácil de resolver”, pero indica “que no debe ser planteado con argumentos meramente emotivos, sino con la debida seriedad y desde una llamada a la exigencia personal”. Afirma también que lo que esperan las personas “no es que las justifiquemos, sino que las ayudemos a vivir su vocación”. Por eso dice que la razón por la que no es posible dar la comunión a los divorciados vueltos a casar es porque la indisolubilidad del matrimonio proviene de Dios, no del hombre.
Reafirma que “el matrimonio no es un yugo insoportable: se trata de una buena noticia para los esposos que les recuerda la grandeza de su vocación. Porque Dios es fiel con nosotros, los cónyuges están llamados a ser fieles a su promesa sacramental”, y habla de la nueva evangelización de la familia.
Homosexuales, “¿quién soy yo para juzgar?”
Carlos Granados le pregunta al cardenal Müller acerca de la respuesta deFrancisco sobre este tema a un periodista, que se ha sacado de contexto. Después de recodar “el escrupuloso respecto por la persona homosexual” y admitir de “que se trata de una cuestión muy compleja”, argumenta: “De la Sagrada Escritura se deriva el intrínseco desorden de los actos homosexuales, por no proceder de una verdadera complementariedad afectiva y sexual”.
religionconfidencial.com
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