El jesuita italiano Camillo Ripamonti es el presidente del Centro Astalli de Refugiados del Vaticano, institución encargada de ayudar y defender a los emigrantes que llegan a Roma. Con el fracaso de las políticas europeas, recibe a Religión Confidencial y relata la dura travesía de estas personas que huyen del horror, sin rumbo ni horizontes.
El acuerdo entre la Unión Europa y Turquía, que devolverá a suelo turco a todos los solicitantes de asilo que lleguen a Grecia, ha sido recibida en el Centro Astalli con gran preocupación: "Se trata de seres humanos no de mercancías", declara Ripamonti.
"Es un nuevo golpe a la dignidad humana. Ese dinero que la UE destinará a Turquía se podría utilizar en la creación de corredores humanitarios que ayuden a las familias a huir de la guerra" indica. Los corredores son pasillos para facilitar la circulación, libre de ataques armados, de los convoyes, de las víctimas y del personal humanitario.
Este Centro de Refugiados ha condenando esta medida que viola las leyes internacionales que prohíben la expulsión colectiva de inmigrantes. Además, impide que cada persona pueda presentar una demanda de asilo.
No tener miedo a los expatriados
Camillo Ripamonti denuncia, asimismo, que “Europa se comporta de una manera defensiva contra los refugiados cuando huyen del horror, de la guerra, del radicalismo islámico. Esta política forma parte de la cultura del descarte de la que habla el Papa. Quien está fuera de los muros se queda marginado, perdiendo la condición de ser humano. Nos estamos acostumbrando a que mueran familias en el mar”.
Para aquellos que tienen miedo a los refugiados, asevera: “Tenemos la obligación de escuchar sus historias, su huída, porque así les podemos comprender más. Gracias a la repercusión de los medios de comunicación, está cambiando la perspectiva. Europa vive una importante crisis económica y es muy sencillo utilizar el miedo para decir que estas personas van a quitar el trabajo”.
Persecución y mafias
Camillo Ripamonti vive unos meses de ajetreo debido a la oleada de inmigrantes que estalló en septiembre de 2015 por la guerra en Siria. Fundado en 1980, el Centro Astalli es la institución jesuítica encargada de acompañar y defender a los refugiados. “Únicamente nos ocupamos de los que escapan de sus países por motivos de persecución religiosa, política o social”, indica. Gestionan cuatro centros distribuidos por Italia más un comedor social en Roma, al que asisten diariamente 300 personas.
La gestión de un refugiado es un gran problema. “La UE no tiene la posibilidad legal de conseguir que estas personas lleguen de manera directa a Europa. Cuando escapan de su país, se enfrenta a dos grandes problemas: una persecución por parte de las autoridades de dicho país, y un peligroso viaje a manos de las mafias”, explica.
Una vez en Europa, comienza la tramitación para conseguir el estatus de refugiado. “No pueden hablar con su embajada, ya que su país no se hace cargo de su tutela. Una vez hecha esta petición, el Estado estudia el caso, pero la Convención de Berlín establece que los refugiados deben realizar la solicitud en el país de recepción, sin posibilidad de moverse a otro Estado. Se encuentran muy aislados”, revela el jesuita.
Sobre la petición del Papa Francisco, que cada parroquia en Roma acogiese a una familia de refugiados sirios, Ripamonti precisa que “el problema es que en Italia la tipología de personas que llegan no son como en el resto de Europa; es una situación similar a la de España, la mayoría de ellos proceden del África subsahariana”.
La postura de la Iglesia
En la Iglesia Católica, hay dos procesos para acoger refugiados: “Una primera de la que se encarga Cáritas y una segunda en la que colaboramos tanto el Centro Astalli como otras congregaciones religiosas y laicas”.
En relación a la postura que debe tomar la Iglesia, recuerda que no es una institución política. Un cristiano vive su tiempo y debe actuar conforme el Evangelio, por lo cual debemos luchar contra las injusticias”.
Sin embargo, se atreve a emitir una opinión personal: “Occidente debe intervenir en el conflicto sirio. Se debe buscar una solución diplomática aunque con urgencia, porque llevamos cinco años de guerra. Tenemos que pensar en las personas”.
religionenlibertad.com
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