El Papa lava los pies a refugiados musulmanes: Somos hermanos, todos queremos vivir en paz

El Papa de rodillas para lavar los pies a un grupo de refugiados. No parece importarles de qué religión son. 

Entre ellos hay católicos, pero también musulmanes y un hindú.  

Se arrodilla ante su dolor y ante la mezcla de humillación y miedo de ser expulsados de Europa.

Como cada Jueves Santo, el Papa ha repetido el simbólico gesto de Jesús a los apóstoles. Y recordó, que casi al mismo tiempo, Judas estaba vendiendo a Jesús por 30 monedas. 

FRANCISCO

"También aquí hoy hay dos gestos. Este estar aquí nosotros. Juntos. Musulmanes, hindús, católicos, coptos, evangélicos... pero hermanos. Hijos del mismo Dios, que queremos vivir en paz, integrados. Un gesto”. 

Francisco comparó específicamente a los terroristas de los atentados de Bruselas con el mismo Judas. Y apuntó a los otros responsables de la masacre. 

FRANCISCO

"Hace tres días, un gesto de guerra, de destrucción, en una ciudad de Europa. De gente que no quiere vivir en paz. Pero detrás de ese gesto, como detrás de Judas, había otros. Detras de Judas estaban los que han entregado el dinero para que Jesús fuera entregado. Detrás de ese gesto están los fabricantes de armas que quieren sangre y no paz, que quieren la guerra y no la fraternidad”. 

El Papa quiso específicamente celebrar la Misa más importante del año en este centro de acogida a refugiados, cuando Europa los está expulsando del continente. 

FRANCISCO

"Somos diferentes, tenemos diferentes culturas y religiones, pero somos hermanos, y queremos vivir en paz. Y este es el gesto que yo hago con vosotros”. 

En la ceremonia había casi 900 personas, la mayoría emigrantes forzados y refugiados que han atravesado el Mediterráneo en pateras busca de una vida mejor. 

La mayoría son musulmanes, pero el Papa no les ha preguntado por su religión. Eso sí, les ha pedido que recen para que este gesto se contagie, y vean un hermano en las demás personas. 

Fue una visita muy simbólica llena de gestos de Francisco. 

Y cuando terminó la ceremonia, se detuvo a saludar uno a uno a los casi mil participantes. Un gesto que muy pocos han tenido con ellos desde que escaparon de sus casas. 

romereports