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martes, 28 de marzo de 2017

Un hombre llamado Ove

Ove es el gruñón de la urbanización. Un hombre solitario y obsesionado por las normas, que lleva de cabeza a todo el vecindario. Su mal humor empeora cuando es forzado a jubilarse de la empresa en la que ha trabajado toda su vida. Pero su vida da un giro cuando Parvaneh y su familia se convierten en sus nuevos vecinos. Lejos de hacer caso de sus continuas quejas, Parvaneh le responde siempre con su amplia sonrisa, dando pie a una amistad inesperada, devolviéndole la ilusión por disfrutar de la vida.
Una delicia de película, esta cinta sueca ha conseguido dos nominaciones a los Oscar, a mejor film extranjero y al mejor maquillaje. Tiene la virtud de romper el saque, no la ves venir, o no del todo. Y con este enfoque, lejos de producir en el espectador desconcierto, logra justo lo contrario, alimentar un interés creciente.
El carácter sueco queda perfectamente plasmado en Ove, un hombre que a pesar de su difícil carácter tiene sólidos principios, el cumplimiento del deber y el seguimiento de la ley no se discuten, algo que quizá a ciertas mentalidades mediterráneas hace sonreír irónicamente, pero de lo que convendría que tomaran buena nota; también la relación con un vecino y la rivalidad basada en sus coches de distinto fabricante, es humor nórdico de buena ley.
Lo que hay es una preciosa historia, muy humana, que invita a aceptar la vida como viene, desde el principio hasta su final, y así ser auténticos protagonistas de la propia existencia, lo que pasa por convivir con los demás, sin juzgarles, y prestándoles pequeños o grandes servicios sin darse importancia. Un planteamiento que ya me gustaría ver más a menudo en un panorama fílmico con frecuencia deprimente o desesperanzado. (Almudí JD). Decine21: AQUÍ


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