El profesor de bioética Emilio García-Sanchez sostiene que "nadie debe morir a manos de otro por la lástima de un tratamiento no paliado". El profesor de bioética Emilio García-Sanchez sostiene que "nadie debe morir a manos de otro por la lástima de un tratamiento no paliado".
“Eliminar el dolor a través de la muerte, cuando ya es posible controlarlo y aliviarlo, equivale a amputar un brazo para curar un dedo”, afirma a Religión Confidencial este profesor de bioética, biólogo y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica (AEBI), y que recibió en 2016 el premio Ángel Herrera a la Mejor Labor de Investigación en el Área de Humanidades concedido por la Fundación San Pablo CEU.
Para el experto en bioética, esto es “absurdo. Nadie debería morir a manos de otro por la lástima de un dolor no paliado. Existiendo los cuidados paliativos no tiene sentido seguir hablando ni de muerte compasiva ni de eutanasia”.
Acaba de publicar el libro “Despertar la compasión. El cuidado ético de los enfermos graves”, en el que aborda la “grandeza de la compasión y su deformación”.
Para el profesor García-Sánchez, “llorar, tener lástima, compadecerse de un enfermo que sufre constituyen acciones humanas que brotan de un corazón sensible, y es muy humano sentirse así por alguien”.
La eutanasia puede conducir a la impiedad
“Sin embargo, una excesiva sentimentalización de la compasión –hipertrofia – puede desembocar en un resultado antagónico: la impiedad”, ha subrayado a RC, “que conduce a justificar una muerte compasiva o la eutanasia, en una sociedad fuertemente dominada por el sentimentalismo”.
Señala que al desvincular la compasión de la razón práctica, “se produce una confusión ética que la hace errar en su esencia, anulando su racionalidad, por dejarse embaucar por meros sentimientos, que quita el sentido real a la compasión”.
A preguntas de este confidencial sobre los errores de una compasión mal entendida, evoca una frase del protagonista de “El quinto en discordia” (Robertson Davies): “La compasión embota la inteligencia más deprisa que el coñac”.
Este profesor desarrolla en su libro recientemente publicado un auténtico sentido de la compasión, a la que presenta como “uno de los cuadros más conmovedores del amor humano, que ha de llevar a poner en práctica todas las acciones dirigidas a paliar eficazmente el dolor en todas sus dimensiones.
religionconfidencial.com
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