IBM era una de las grandes promotoras del teletrabajo: un 40% de sus 380 mil empleados en Estados Unidos trabajan fuera de instalaciones de la empresa. Pero el pasado 18 de mayo anunció su decisión de hacer volver a los empleados a las oficinas.
Con este inesperado golpe de timón, pretende favorecer la innovación y la unidad corporativa, fruto del trabajo presencial “codo con codo”, dice. Por razones similares, otras empresas como Yahoo, Bank of America o Aetna ya antes suprimieron el teletrabajo.
“Personal trabajando en cualquier momento, en cualquier lugar” (The anytime, anywhere workforce). Esta era una de las frases promocionales más populares de IBM, la empresa tecnológica que ha dado un giro radical a su política de trabajo. Hace solo dos semanas, su blog oficial Smarter Workforce publicaba una entrada donde se defendía la eficiencia del teletrabajo; sin embargo, ahora la empresa quiere que sus empleados en Estados Unidos trabajen de otro modo y les ha dado un mes para tomar una decisión: trasladarse a una de las oficinas de la empresa –que pueden estar a cientos de kilómetros de sus casas: en Atlanta, Austin, Boston, Raleigh, Nueva York o San Francisco– o abandonar la compañía.
La innovación nace del trabajo en equipo
Aunque la decisión no es tan repentina como algunos la presentan. A comienzos de febrero, The Register lanzaba una exclusiva sobre esta posible deriva, basándose en un vídeo que IBM había enviado a sus trabajadores, en el que la directora de marketing, Michelle Peluso, les anunciaba que en el futuro tendrían que optar entre trabajar en un número reducido de ciudades o marcharse. Peluso presentaba la estrategia como un modo de potenciar la innovación y el ritmo de trabajo, de modo que pudieran competir con Microsoft u otros rivales de Silicon Valley. “Realmente, ha llegado el momento de empezar a reunir a nuestros equipos, codo con codo”, decía en el vídeo.
“En muchas áreas, como el desarrollo de software y el marketing digital, la naturaleza del trabajo está cambiando, lo que requiere nuevos modos de trabajar”, afirma Steve Mnich, uno de los portavoces de IBM. “Estamos juntando a pequeños equipos, autónomos, ágiles, y estamos invirtiendo mucho en nuevas instalaciones, herramientas y espacios de trabajo adecuados para estos equipos”. Al parecer, la apuesta de IBM por el teletrabajo no estaba dado tan buenos frutos como se esperaba: los ahorros en instalaciones y bienes inmobiliarios son poco relevantes.
Además, en abril la empresa informó sobre una caída del 13% en sus ganancias trimestrales, un saldo negativo que se mantiene desde hace casi cinco años. Según explica Ted Greenwald en The Wall Street Journal (WSJ), la venta de hardware, software y sistemas informáticos tradicionales para empresas –como hace IBM– está siendo reemplazada cada vez más por la informática “en la nube” (cloud computing), la inteligencia artificial y la tecnología móvil. La Big Bluenecesita innovación y, en opinión de sus directivos, esta no va a venir del teletrabajo.
Mala noticia para los “millennials”
Es significativo que lleguen a esta conclusión empresas de tecnología, en teoría el sector ideal para aplicar el teletrabajo. Ya hace cuatro años, Yahoo decidió que sus empleados dejaran de trabajar en casa por razones similares a las de IBM: “El teletrabajo no permite los intercambios de ideas habituales entre compañeros de oficina, algo que se hace necesario cuando se trata de unir talentos para innovar, desarrollar aplicaciones o decidirse por nuevos productos”, apuntaba Mª Ángeles Burguera. En esta línea, la nota que Yahoo distribuyó aludía precisamente a que “estar presente en las oficinas resulta decisivo”, y señalaba que “las interacciones y experiencias solo son posibles” en esos espacios.
Al igual que sucedió con Yahoo, la resolución de IBM ha sido fuertemente criticada. Elizabeth Dukes, directora de marketing de iOffice, sostiene que este cambio puede afectar negativamente a la imagen que los futuros trabajadores se formen acerca de la empresa: “Es una imagen pública increíblemente mala, especialmente frente a los millennials y las generaciones más jóvenes, para quienes el equilibrio trabajo-vida es una prioridad”. Por otra parte, en el WSJ John Simmons habla de sospechas de maniobra encubierta para recortar la plantilla, pues siempre habrá algunos que no puedan (o no quieran) reubicarse.
Es el caso de algunos empleados de IBM afectados por la medida, con los que habló el WSJ. En general, parece los asalariados que se acogen al teletrabajo están satisfechos con la fórmula, que les ahorra desplazamientos y les da más tiempo y margen para organizarse el día, y así atender a los demás aspectos de su vida: familia, amistad, ocio… Pero no todas las empresas están tan convencidas.
Panorámica mundial del teletrabajo
De hecho, ¿está tan extendido el teletrabajo? En febrero la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó un informe con datos esclarecedores sobre esta opción laboral. En Estados Unidos, alrededor del 30% de los trabajadores desempeña al menos una parte de su trabajo según esta modalidad, mientras que en Europa solo son el 17%. Junto a EE.UU., los países en los que esta opción está más extendida son Finlandia, Japón, Países Bajos y Suecia. En el extremo opuesto está Argentina, con apenas un 2%.
Al mismo tiempo, el documento señala que los habituales del teletrabajo son los “directivos, aunque también es significativo entre los que ejercen tareas de administrativo o entre los empleados de ventas”. En cualquier caso, los trabajadores que recurren a dicha modalidad de manera ocasional son más numerosos que los que lo hacen de manera regular. Esta opción atenúa el riesgo de que el teletrabajo disminuya el grado de implicación en la empresa o derive finalmente en la desconexión. Así lo afirma Arancha de las Heras, autora de El teletrabajo en España: un análisis crítico de normas y prácticas: “Es vital no perder el contacto con la empresa, acudir a las reuniones importantes e incluso, si es posible, realizar algunas jornadas en la sede física”.
España no termina de sumarse
El informe de la OIT añade que la incidencia del teletrabajo “está relacionada no solo con los avances tecnológicos registrados en los países sino, también, con la estructura económica y la cultura de trabajo existente”. Esto último tiene mucho peso en España, donde hay –según sostiene De las Heras en un artículo para El Economista– “una mentalidad, heredada de tiempos pasados, que prima la presencia del trabajador en su puesto de trabajo”. Pues, añade, “para implantar el teletrabajo es necesaria una cultura en la que prime el trabajo por objetivos y la confianza en el trabajador”.
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Así, en España solo un 7% de los empleados desempeña algún tipo de trabajo a distancia, y solo un 13% de las empresas lo ofrecen. La otra gran traba que impide el desarrollo de esta opción laboral en el país es una regulación deficiente en la que –dice De las Heras en otro artículo– “existen muchas zonas grises, múltiples interrogantes en cuanto al ejercicio del poder de dirección, el control y vigilancia empresarial o la prevención de riesgos laborales, por citar algunos ejemplos”.
Como solución a la situación de España, algunos proponen redescubrir el teletrabajo como “empleo inteligente” (smartworking). Con esta expresión se designa un tipo de trabajo donde prima la confianza en el trabajador y, en consecuencia, se le da la responsabilidad de decidir dónde va a llevar a cabo cada tarea. “El empleado valora que se le ofrezca cierta autonomía en este sentido mucho más allá del sueldo que percibe”, defiende Josep Velasco, director comercial en Robotics. Esto rompería con algunas inercias extendidas en empresas españolas, como la de equiparar la eficiencia profesional a calentar la silla durante ocho horas.
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