La mayor parte del llamado “primer mundo” está envejeciendo. Este fenómeno se suele abordar desde una perspectiva económica o laboral: la dificultad para financiar las pensiones, el sistema de salud, la falta de relevo en determinados sectores de trabajo, etc. Sin embargo, con frecuencia se olvida el drama humano que hay detrás de todos esos números: la soledad en que viven cerca de dos millones de mayores en España, según datos del INE correspondientes a 2015.
Por fortuna, en todo el mundo están surgiendo cada vez más iniciativas para combatir este problema (ver artículos relacionados). Unos ofrecen actividades puntuales para mayores, otros organizan comunidades de ancianos como alternativas a los asilos, otros se ocupan principalmente de temas sanitarios o de seguridad… Algunos van más allá, y plantean soluciones que benefician también a otros grupos sociales. Un ejemplo son los proyectos de convivencia intergeneracional, que pretenden dar respuesta a dos necesidades al mismo tiempo: la de alojamiento para los jóvenes, y la de compañía para los mayores.
En España, la ONG Solidarios para el Desarrollo ha desarrollado un programa, llamado Convive, por el que un universitario vive en casa de una persona mayor durante un curso académico. No se trata solo de pasar cierto tiempo juntos, ni de organizar actividades de recreo. Son verdaderos compañeros de piso, y como tales, se organizan, distribuyen tareas y comparten gastos. Cada uno tiene sus obligaciones y derechos, recogidos en un documento. Además, Convive crea un espacio de encuentro que, según la experiencia de quienes han participado, enriquece a ambas partes.
Entrevistamos a Marcos Böcker, responsable de la iniciativa.
— ¿Cómo nace el programa?
— El programa intergeneracional Convive fue creado por Solidarios para el Desarrollo en Madrid en 1995, teniendo como referencia las experiencias incipientes en otros países de Europa. En estos años, en los que hemos establecido más de 1500 convivencias, el balance es altamente positivo desde todas las perspectivas.
— ¿Cuántas “unidades de convivencia” gestionáis en este momento? ¿Resulta fácil la distribución de tareas y de gastos entre los universitarios y los mayores?
— En este momento hay 40 convivencias. Y a lo largo de un curso solemos gestionar entre 80 y 90.
La distribución de las tareas y gastos no suele ser motivo de conflicto. El programa contempla un marco regulador que permite saber a cada uno qué esperar del otro y qué dar. Al inicio de la convivencia, las partes acuerdan una serie de compromisos en cuanto al tiempo a compartir y actividades a realizar. De todas maneras, lo esencial del programa, más allá del intercambio de tareas, es la construcción de una relación basada en el compañerismo, el respeto y la amistad.
Hogares contra la fragmentación social
— ¿Por qué consideráis necesario este proyecto para la sociedad en que vivimos? ¿A qué os referís al decir que nuestra cultura padece de “edadismo”?
— El programa Convive es más actual que nunca porque responde a uno de los problemas más serios a los que nos enfrentamos como sociedad: la fragmentación social, y especialmente la soledad de cada vez más personas mayores. Los tradicionales vínculos familiares y de vecindad poco a poco han ido perdiendo intensidad por el modo en que la sociedad está organizada. Convive es una respuesta comunitaria en la que jóvenes y mayores tienen un papel activo en la resolución de sus problemas.
El “edadismo” hace referencia a los prejuicios hacia las personas mayores por el solo hecho de serlo. Sostener que una persona es de determinada manera (aburrida, testaruda, etc.) por ser mayor de edad es un estereotipo que no coincide con la realidad. El programa Convive es un testimonio diario de que estas ideas preconcebidas son falsas.
— ¿Cómo hacéis para contactar con los jóvenes? ¿Cuántas solicitudes de participación soléis recibir cada año?
– Los jóvenes conocen el programa a través de la página web de su universidad. Cada curso recibimos más de 300 solicitudes. Este interés se ha mantenido constante en los últimos años
— Según la experiencia de los universitarios, ¿qué les aporta la convivencia con una persona mayor?
— Los estudiantes valoran no solo contar con un alojamiento, sino también la experiencia de la persona mayor, el sentirse parte de un hogar y la estabilidad y tranquilidad que obtienen.
— ¿Y cuáles son los beneficios para los mayores?
— Las personas mayores destacan que el programa les permite compartir con una persona joven cosas a las que de otro modo no tendrían acceso, como las anécdotas cotidianas de la vida de un universitario. Valoran especialmente la compañía y la tranquilidad de contar con alguien por la noche.
Además, el programa permite a la persona mayor alargar su estancia en casa, y ahorrar a la administración una plaza en una residencia. El programa también reduce los costes derivados de los servicios sociales y la atención en los centros de salud.
aceprensa.com
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