No es noticia que las sociedades desarrolladas están envejeciendo aceleradamente. Lo que sí puede ser novedoso es algún matiz escondido en esta afirmación. Como que, a consecuencia de ello la mujer corre mayor riesgo que el hombre en cuanto a pérdida de poder adquisitivo, así como que su salud se expone a un deterioro mayor que el que puede experimentar la del sexo opuesto.
Una de las razones es que las mujeres, para cuidar a sus familiares ancianos, o bien dejan del todo su empleo remunerado o bien recortan su jornada laboral en mayor proporción que los hombres. Como cada vez son más quienes pasan de los 65 años, las necesidades de asistencia en esa franja poblacional se están disparando, y el grueso de quienes las cubren son mujeres, que de alguna manera resultan afectadas por ello.
Un artículo de Eduardo Porter en el New York Times revela cuál es la situación en EE.UU. Con los datos en la mano, el periodista refiere que el 15% de la población del país –dos puntos más que en 1995– ya está en la tercera edad, y que el 14% de las personas incluidas en ese segmento no pueden ya valerse por sí mismas. La responsabilidad de ayudarlos recae, por tanto, en familiares o amigos, que tienen que restar esfuerzos y tiempo a otras áreas de su vida personal para poder atenderlos como se merecen.
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Aceprensa.comJuan Ramón Domínguez-Palacios / www.lacrestadelaola2028.blogspot.com
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