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domingo, 16 de octubre de 2016

EL DÍA DEL SEÑOR: DOMINGO 29º DEL T.O. (C)

La insistencia sin desmayos en la oración nos es propuesta por el Señor con la expresiva parábola que acabamos de oír, porque Dios nos escucha siempre y da lo que "es bueno a quienes se lo piden" (Cf Mt 7,11).
Cristo nos ha dado ejemplo de la confianza con que debemos acudir siempre a Dios. "Ora antes de los momentos decisivos de su misión: antes de que el Padre dé testimonio de Él en su Bautismo (Cf Lc 3,21) y de su Transfiguración (Cf Lc 9,28), y antes de dar cumplimiento con su Pasión al designio de amor del Padre (Cf Lc 22,41-44); Jesús ora también ante los momentos decisivos que van a comprometer la misión de sus apóstoles: antes de elegir y de llamar a los Doce (Cf Lc 6,12)... 
La oración de Jesús ante los acontecimientos de salvación que el Padre le pide que cumpla, es una entrega humilde y confiada de su voluntad humana a la voluntad amorosa del Padre" (C.E.C.,2600).

Y otro tanto habría que decir de los primeros discípulos que "todos ellos perseveraban unánimes en la oración, en compañía de algunas mujeres, y con María, la Madre de Jesús, y sus hermanos" (Hch 1,14).
La confianza en Dios se prueba justamente en la constancia a la hora de rezar. Hay quien deja de orar porque piensa que su petición no es escuchada. Pero, ¿qué pedimos nosotros tantas veces sino la solución que juzgamos mejor para nuestros problemas o, incluso, piedras en lugar de pan? "Nosotros no sabemos pedir como conviene", asegura S. Pablo (Rm 8,26). En cambio, nuestro Padre Dios sabe bien lo que nos hace falta antes de que se lo pidamos (Cf Mt 6,8). "No te aflijas, dice S. Agustín, si no recibes de Dios inmediatamente lo que pides: es Él quien quiere hacerte más bien todavía mediante tu perseverancia con Él en oración. Él quiere que nuestro deseo sea probado en la oración. Así nos dispone para recibir lo que Él está dispuesto a darnos".
En este mes que la Iglesia dedica al Santo Rosario debemos dirigirnos a Dios a través de María, "la orante perfecta, figura de la Iglesia... Podemos orar con ella y a ella. La oración de la Iglesia está sostenida por la oración de María" (C.E.C.,2679). En el Rosario pedimos, entre otras cosas importantes, que se acuerde de nosotros ahora, en el hoy de nuestra vida, y en la hora de la muerte, como lo estuvo en la muerte de su Hijo en la Cruz y nos acoja para conducirnos a la gloria del Señor.
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 18, 1-8)
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: –Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario". Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara". Y el Señor añadió: –Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

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