El último Caballero Guerrero, Roland Deschain (Idris Elba), ha estado enfrascado en una batalla eterna con Walter O’Dim, también conocido como El Hombre de Negro (Matthew McConaughey), decidido a impedir que éste derribe la Torre Oscura, que mantiene unido al universo. Con el destino de los mundos en juego, el bien y el mal colisionarán en la batalla final en la que sólo Roland podrá defender la Torre de El Hombre de Negro.
Teniendo en cuenta que Stephen King es uno de los autores que cuenta con más adaptaciones cinematográficas, llama la atención que hasta 2017 no se hubiera llevado a cabo una traslación de La Torre oscura, una saga de ocho novelas que King escribió a lo largo de treinta años, en la que el autor estadounidense ha creado una amplia epopeya en donde caben diversos mundos, criaturas fantásticas, viajes interdimensionales, personajes terroríficos.
Que la producción de este mismo film haya tenido un azaroso desarrollo (se llegó a pensar en hacer tres películas bajo la producción de Ron Howard e incluso una serie de televisión) habla de las dificultades para trasladar a la pantalla esta monumental creación que mezcla numerosos géneros, como la ciencia ficción, el terror, las aventuras, la fantasía o el western.
Los padres de Jake Chambers, un chaval adolescente que vive en Nueva York, están preocupados por él. Jake tiene pesadillas extrañas en donde ve cómo unas malvadas criaturas, ocultas bajo piel humana y lideradas por Walter, un demoniaco hombre de negro, secuestran niños en la Tierra y los utilizan para destruir una altísima torre situada en un universo desconocido.
Mientras la torre se mantenga en pie la presencia del mal será limitada. Esos seres parecen tener un sólo enemigo, el “Pistolero” Roland, un hombre inmune a las hechicerías del diabólico Walter. Cada vez que la torre se tambalea en las visiones de Jake, la Tierra sufre fuertes terremotos, prueba de que ambos mundos están conectados.
Parece claro que el argumento del film es poca cosa si se tiene en cuenta la dimensión de la saga original. El equipo de guionistas, todos ellos pesos pesados, entre los que se encuentran Akiva Goldsman o Anders Thomas Jensen, ha cogido elementos de aquí y de allá, de una novela y de otra, y ha pergeñado un libreto quizá simple en sus planteamientos, pero que, una vez asumido que se tratará de una sola película, con las limitaciones que eso conlleva, tiene a su favor el gran dinamismo logrado.
Porque La torre oscura es notablemente entretenida, mantiene siempre el atractivo, está bien narrada, dirigida con brío por el danés Nikolaj Arcel (Un asunto real) y ofrece elementos de interés (el uso de los propios dones, el cumplimiento de la misión, el peligro de la seducción de la venganza, la ausencia del padre), aunque el primero de todos ellos y el que aporta un tono apocalíptico al conjunto no es otro que el de la eterna lucha entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad.
La Torre oscura recuerda a otras producciones en donde los humanos son arrancados de su hábitat y deben asumir un importante papel en otros mundos.
Son argumentos propuestos por filmes tan dispares como Matrix, Harry Potter y la piedra filosofal, Percy Jackson y el ladrón del rayo, El corredor del laberinto. El tema exige que el héroe esté a la altura. El trabajo del protagonista, el hasta el momento desconocido Tom Taylor, es muy convincente, pero está flanqueado sobre todo por dos lugartenientes cuyo antagonismo hace crecer la película, un Idris Elba que rebosa presencia y oficio y un extraordinario Matthew McConaughey que borda su perverso.
decine21.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario