Aprended de Mi que soy manso y humilde de corazón nos dice el Señor para enseñarnos el valor de esta virtud fundamental. Acompaño varias reflexiones.
La humildad es la llave que nos abre el corazón de los demás y de Dios. Es la base del éxito temporal y eterno. Pensar que levantando la voz, enseñando los dientes o avasallando a los demás, pongamos por caso, es como se triunfa hoy, es un error. La vida enseña cómo nos autoexcluimos del mundo familiar, laboral y social, cuando se procede así.