Las conversaciones entre el gobierno chino y la Santa Sede podrían llegar a un acuerdo sobre el sistema de nombramiento de los obispos católicos en ese país. Lo afirma el cardenal John Tong, obispo de Hong Kong: según él, “tras varias rondas de diálogo, hay informaciones de que se ha alcanzado un consenso preliminar que llevará a un acuerdo sobre el nombramiento de los obispos”.
Este es el problema más delicado entre China y el Vaticano, entre otros como la reconciliación de siete obispos ordenados ilícitamente (eran ocho, pero uno de ellos falleció en enero), el reconocimiento por parte del gobierno de los más de treinta obispos “clandestinos”, la devolución de bienes eclesiásticos, la posibilidad de abrir colegios católicos o el espinoso tema de la Asociación Patriótica Católica China (APCC) –que está bajo el control del gobierno, y que fue condenada por Benedicto XVI (1)–, así como la falta de libertad religiosa.
La reanudación de conversaciones entre las delegaciones del gobierno chino y de la Santa Sede, interrumpidas desde 2010 tras las ordenaciones ilícitas de varios obispos, fue confirmada en junio de 2014 por fuentes cercanas a la Iglesia católica. Meses antes, el Papa Francisco reveló en una entrevista al Corriere della Sera que había escrito una carta de felicitación al presidente chino Xi Jinpin con motivo de su elección y que éste le contestó.
Aunque tanto de parte vaticana como del gobierno chino se ha dado poquísima información sobre estos encuentros, se confirmó por lo menos que del 11 al 16 de octubre de 2015 una delegación de la Santa Sede se reunió en Pekín con representantes del gobierno chino. Lo dijo el propio secretario de Estado vaticano, Card. Parolin, que puntualizó: “No es la primera vez que una delegación pontificia viaja a Pekín. Es parte de un proceso cuyo objetivo es la normalización de las relaciones. El propio hecho de que podamos hablar de ello ya es significativo”. El cardenal no dijo si había sido positivo el resultado de las conversaciones: “Sinceramente, lo esperamos; todo lo que hacemos, lo hacemos con miras a llegar a un entendimiento y para establecer unas relaciones normales con China y Pekín, como las que tenemos con la inmensa mayoría de los países del mundo. Naturalmente, el hecho de que estemos comprometidos en un diálogo ya es una cosa positiva”.
Entre otras cosas, la delegación del Vaticano visitó la catedral de Pekín, se reunió con el obispo Giuseppe Li Shan –reconocido tanto por la Santa Sede como por el gobierno– y estuvo en el seminario nacional chino.
Papa Francisco: “me gustaría mucho ir a China”
Pocos días antes, en el vuelo de regreso de su viaje a Cuba y Estados Unidos, el Papa Francisco habló de las conversaciones, y expresó su admiración por China y el pueblo de aquel país: “China es una gran nación que aporta al mundo una gran cultura y muchas cosas buenas. Dije una vez, en avión volviendo de Corea, que me gustaría mucho ir a China. Amo al pueblo chino... Espero que haya posibilidades de establecer buenas relaciones... Tenemos contactos... Estamos hablando. Para mí, contar con un país amigo como China, con tanta cultura y tantas posibilidades de hacer bien las cosas, sería una gran alegría”.
Y en octubre del año pasado, el Papa, durante el regreso de Azerbaiyán, comentó en tono positivo la marcha de las negociaciones. “Se habla, hay unas comisiones, yo soy optimista. Las relaciones entre el Vaticano y China se deberán fijar en una buena relación, hace falta tiempo. Las cosas lentas van bien; las que se hacen con prisas, no. El pueblo chino tiene mi aprecio”, dijo a los periodistas.
En cualquier caso, la impresión es que el Papa Francisco tiene gran interés en llegar a un acuerdo con el gobierno chino. Por esto no sorprendió que también el Card. Parolin expresase su optimismo durante una conferencia el pasado verano. “Entre el Vaticano y China se han reiniciado los contactos. Mi deseo es que este camino iniciado pueda ir adelante y concluir con un acuerdo que beneficie a la Iglesia en China, a todo el pueblo chino, e incluso a la paz mundial”. El tema de la conferencia era la figura del cardenal Celso Costantini, que en 1922 fue delegado Apostólico para China.
“Hoy, como entonces –dijo el secretario de Estado– son muchas las esperanzas y expectativas de nuevos progresos y de una nueva época en las relaciones entre la Sede Apostólica y China, en beneficio no sólo de los católicos en la tierra de Confucio, sino de todo el país, que tiene una de las más grandes civilizaciones del planeta”. Según Parolin, se trata de escribir “una página inédita de la historia, mirando hacia adelante con confianza en la providencia divina y sano realismo, para asegurar un futuro en el que los católicos chinos puedan sentirse profundamente católicos, todavía más visiblemente anclados a la roca firme que, por voluntad de Jesús, es Pedro, y plenamente chinos, sin renegar o devaluar todo lo que de verdadero, noble, justo, puro, amable, honrado, ha producido y sigue produciendo su historia y su cultura”.
Libertad esencial pero no completa
A pesar de que ni el Vaticano ni el gobierno chino han dado la más mínima información oficial sobre los asuntos tratados, en un artículo publicado a fines de enero pasado, el cardenal de Hong Kong manifestó, según un editorial de la agencia católica AsiaNews (2), un “optimismo combinado con un sentido de pragmatismo, típico de la mentalidad china”. Según el Card. Tong, después de años de diálogo y negociación, “China y la Santa Sede han alcanzado ya un consenso sobre el problema del nombramiento de los obispos (…) podría ser considerado una piedra miliar en el desarrollo de las relaciones entre ambas partes desde 1951”, año en el que Mao expulsó al nuncio y rompió las relaciones con la Santa Sede.
En opinión del arzobispo de Hong Kong, si el gobierno chino aceptase llegar a un acuerdo sobre el nombramiento de obispos, este paso merecería tolerar restricciones en otros campos, como la educación o la restitución de bienes eclesiásticos: “Si Pekín está dispuesto a llegar a un acuerdo con la Santa Sede sobre el nombramiento de los obispos, la Iglesia en China disfrutará de una libertad esencial, aunque no de completa libertad. Si la Iglesia católica en China puede mantener sus tradiciones católicas y ser una Iglesia católica en el verdadero sentido de la palabra, ¿cómo se puede decir que la libertad de la Santa Sede para nombrar obispos no es una ‘verdadera libertad de religión?’. ¿Y cómo se puede afirmar que, debido a que el ambiente político no está a favor de la Iglesia católica en China, y no le permite gozar de completa libertad en los modos de propagar la fe, fundar escuelas o recuperar sus propiedades, la Iglesia católica en China tiene que esperar un largo tiempo y la Santa Sede debe renunciar al presente acuerdo con Pekín?”.
Para el Card. Tong, lo mejor es enemigo de lo bueno: “Si la Iglesia renuncia a la presente libertad esencial, posiblemente no ganará más, y podría terminar perdiendo toda su libertad. Las opciones que se nos presentan son abrazar la libertad esencial y convertirnos ahora en una Iglesia imperfecta, pero verdadera Iglesia, y luego luchar por la libertad total en la esperanza de avanzar hacia una Iglesia perfecta, o renunciar a la libertad esencial y no obtener nada en absoluto y, a continuación, esperar en una completa libertad, que nadie sabe si va a llegar alguna vez. De hecho, el principio moral de la Iglesia nos enseña a elegir el menor de dos males. Por lo tanto, bajo la enseñanza del principio de sano realismo que el Papa Francisco nos enseña, está claro el camino que la Iglesia católica en China debería tomar”.
Tong no explica cómo se articularía la elección de los nuevos obispos, y dice en su artículo que, según la doctrina católica, “el Papa sigue siendo la última y máxima autoridad en el nombramiento de un obispo. Si el Papa tiene la última palabra sobre el mérito y la idoneidad de un candidato, las elecciones de las Iglesias locales y las recomendaciones de la Conferencia de Obispos de la Iglesia católica en China será simplemente una forma de expresar sugerencias”.
¿Solo poder de veto?
No todos aceptan este modo de ver las cosas, pues piensan –como afirma Bernardo Cervellera, director de AsiaNews– que “esto permitiría al Consejo de Obispos chinos –aleccionado por la Asociación Patriótica y el Ministerio de Asuntos Religiosos– elegir al candidato, dejando solo al Papa la bendición final: muy poco para ‘la máxima autoridad’. Según fuentes chinas de AsiaNews que están siguiendo de cerca las conversaciones –prosigue Cervellera–, el gobierno quiere incluso que el Papa solo tenga poder de veto, que debe ser ‘motivado’. Y si las razones no son aceptables, el Consejo de Obispos tiene derecho a proceder igualmente a la ordenación del candidato. Es difícil de entender si lo que dice el cardenal Tong es una esperanza, o es un modo de leer la situación actual con un cambio de palabras, diciendo que el Papa elige el candidato, aunque la realidad es la independencia de los nombramientos”.
Miguel Castellví
Aceprensa.com
Miguel Castellví
Aceprensa.com
____________________
(1) “La pretensión de algunos organismos, que el Estado ha querido y que son ajenos a la estructura de la Iglesia, de ponerse por encima de los Obispos mismos y de dirigir la vida de la comunidad eclesial, no está de acuerdo con la doctrina católica (…) La finalidad declarada de los mencionados organismos de poner en práctica ‘los principios de independencia y autonomía, autogestión y administración democrática de la Iglesia’, es también inconciliable con la doctrina católica” (Carta de Benedicto XVI a los obispos, presbíteros, personas consagradas y fieles laicos en la República Popular China, 2007, n. 7)
(2) AsiaNews es una agencia informativa católica especializada en noticias de Asia y que depende del PIME (Pontificio Istituto Missioni Estere). Ver entrevista a su director, Bernardo Cervellera, en Aceprensa, 23-11-2005.
No hay comentarios:
Publicar un comentario