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sábado, 11 de febrero de 2017

Tzvetan Todorov, analista de nuestro tiempo

Coincidiendo con otros muchos, Todorov formula esta dura crítica: “Son los Estados los que se han puesto al servicio de la economía... Lo único que les queda de democracia es el nombre, porque ya no es el pueblo el que detenta el poder”. Quizá se podría añadir: ¿cuándo el pueblo ha detentado el poder?

El 7 de febrero moría en París Tzventan Todorov, a menos de un mes de cumplir 78 años. En las necrológicas periodísticas se le califica de “pensador”, pero su trayectoria es más rica y variada.
Nació el 1 de marzo de 1939 en Sofía. En 1946 Bulgaria se estableció como República Popular comunista, bajo la influencia soviética. Todorov soportó mal el régimen opresivo búlgaro y en 1963, a los 26 años, emigró a París, donde vivió desde entonces hasta su muerte, nacionalizado francés (en 1973). Fue profesor del Centre National de la Recherche Scientifique y dio clases en universidades de prestigio como Yale, Harvard, Berkeley o Columbia. Fue Premio Príncipe de Asturias 2008 en Ciencias Sociales. De 1965 a 2013 publicó más de cuarenta libros en los que demostró su amplia versatilidad, con un estilo variado y ameno.

Lingüista

Desde su primera obra, en 1965, Teoría de la literatura, dio a conocer en Occidente los principales hallazgos de los formalistas rusos (Víktor Shklovski, Yuri Tyniánov, Vladímir Propp…) que establecieron la crítica literaria como disciplina autónoma. Esa difusión en Francia del formalismo ruso, junto con una nueva recepción de la obra de Ferdinand de Saussure, influyó de manera notable en el estructuralismo francés, tanto en el campo de la semiótica (Roland Barthes, que protegió a Todorov) como en el de la filosofía (Michel Foucault, Louis Althusser) o la antropología (Claude Lévi-Strauss). Entre lo sincrónico (lo estructural) y lo diacrónico (lo histórico), el acento se ponía principalmente en lo primero. Por más que, como siempre, la historia haya seguido su curso, con giros impredecibles en casi cualquier tipo de sincronía.
El estructuralismo se convirtió pronto en moda y se hablaba de “la muerte del hombre”, de “la muerte del autor”, siendo sus últimas estribaciones el deconstruccionismo de Jacques Derrida. Todorov formó parte de esa moda, aunque de manera independiente. De 1970 es su Introducción a la literatura fantástica, un breve y magistral estudio de este género, que gustará a todos los aficionados a él, desde la novela gótica a la Metamorfosis de Kafka. De 1977 es su Poética, en la obra colectiva ¿Qué es el estructuralismo? Pero a partir de los años ochenta da un giro a sus intereses.

Nosotros y los otros

Vinieron entonces varios libros sobre lo que luego se hablaría tanto: el multiculturalismo. Todorov fue muy crítico con las exageraciones de ese multiculturalismo: “Si se toma demasiado en cuenta el contexto —histórico, cultural—, se excusa todo; ahora bien, la tortura, para tomar un ejemplo, o la ablación de clítoris, para tomar otro, no son justificables por el hecho de que se las practique en el marco de cierta cultura particular”.
Entre los estudios interculturales de Todorov destacan La conquista de América, la cuestión del otro (1982); Relatos aztecas de la conquista, (1983); Nosotros y los otros(1989). Distinguió, en el caso de la conquista de América, entre quienes no supieron y los que supieron valorar la otra cultura, destacando, como es justo, el trabajo de Fray Bernardino de Sahagún (1499-1590), autor de Historia general de las cosas de la Nueva España, la primera gran obra etnográfica, que se adelanta en siglos a la antropología cultural. La interpretación de Todorov sobre la evolución del pensamiento de fray Bartolomé de Las Casas puede no ser compartida del todo, pero revela un estudio directo y metódico. Lo mismo la positiva valoración de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, notable por su comprensión de las numerosas etnias indias a las que conoció.

Pintura y sociedad

Otro de los grandes intereses de Todorov fue el análisis de las obras de arte en su relación con los cambios sociales. En ese sentido estudia a Rembrandt, Vermeer, Goya y, más en general, la pintura durante la Ilustración. Los observaciones de Todorov en este ámbito son precisas y lúcidas, con un nuevo estilo, de más amplitud, en la crítica de arte. Destaca Goya (Goya, à l’ombre des Lumières, 2011). En Elogio del individuo (2000) estudia, a través de la pintura flamenca, el reforzarse en Occidente del sentido de lo individual, que no haría más que afirmarse en los siglos siguientes, a pesar de las trágicos paréntesis de los colectivismos del siglo XX.

Crisis social y política

El estudio de la Ilustración (El espíritu de la Ilustración, 2006) y de sus derivaciones (y no hay que olvidar que el marxismo fue una de ellas: La experiencia totalitaria, 2010) lleva a Todorov a entrar de lleno en su última producción, casi dedicada exclusivamente a juzgar el mundo en que se vive después de la debacle comunista. Crítico desde siempre de los colectivismos, Todorov no lo es menos de un mundo en el que la democracia se ha llenado de enemigos íntimos (Los enemigos íntimos de la democracia, 2012).
La democracia, dice, se basa en tres pilares: pueblo, libertad, progreso; pero esos pilares pueden verse tergiversados y degenerados, respectivamente, por el populismo, el ultraliberalismo y el mesianismo. De ahí la necesidad de un continuo ten con ten, de una postura crítica. “Nadie nos obliga a elegir entre ‘todo Estado’ y ‘todo individuo’. Tenemos que defender ambos y que cada uno limite los abusos del otro”.
Coincidiendo con otros muchos, Todorov formula esta dura crítica: “Son los Estados los que se han puesto al servicio de la economía... Lo único que les queda de democracia es el nombre, porque ya no es el pueblo el que detenta el poder”. Quizá se podría añadir: ¿cuándo el pueblo ha detentado el poder?
Los últimos libros de Todorov dan pie a estas interrogaciones sobre la condición humana y son, en ese sentido, una aportación sugestiva y valiosa.
aceprensa.com

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