«No me extrañaría que nos concedieran el Nobel», auguraba David Reitze, director de la colaboración internacional LIGO, poco después del anuncio en febrero de 2016 de la primera detección por su laboratorio de las ondas gravitacionales. La Real Academia Sueca ha hecho realidad su vaticinio más de un año después, en la categoría de Física.
No se lo ha llevado él, sino tres investigadores del proyecto, los estadounidenses Rainer Weiss, Barry C. Barish y Kip S. Thorne, por sus aportaciones fundamentales a un colosal hallazgo que abre una nueva ventana al Universo, según ha anunciado esta mañana el Instituto Karolinska de Estocolmo.
Las ondas gravitacionales son unas ondulaciones en el tejido del espaciotiempo predichas por Albert Einstein hace cien años en su Teoría General de la Relatividad. Fueron observadas por primera vez el 14 de septiembre de 2015, provocadas por la colisión entre dos agujeros negros hace 1.300 millones de años. La señal era extremadamente débil cuando llegó a la Tierra, pero la comunidad científica estuvo de acuerdo en que era la promesa de una gran revolución en el campo de la astrofísica. Suponía una forma completamente nueva de observar los eventos más violentos en el espacio y de probar los límites de nuestro conocimiento.
El interferómetro de Láser LIGO (Laser Interferometer Gravitational-wave Observatory) cuenta con la colaboración de más de mil investigadores de más de veinte países, entre ellos algunos españoles. como los del grupo de Relatividad y Gravitación de la Universidad de las Islas Baleares (UIB). «Hemos abierto dos botellas de cava», ha admitido emocionado el físico Sascha Husa, miembro de este grupo y que se ha sentido incluido en el reconocimiento junto con el resto del equipo.
La Real Academia Sueca de Ciencias considera que los galardonados con el Nobel han sido, con su «entusiasmo y determinación, valiosísimos para el éxito de LIGO» tras cuatro décadas de esfuerzo. El logro del proyecto LIGO fue el uso de un par de gigantescos interferómetros láser, dos detectores gemelos situados en Hanford (Washington) y Livingston (Luisiana), para medir un cambio miles de veces menor que un núcleo atómico, justo en el momento en el que la onda gravitacional pasaba por la Tierra. Pero no quedó ahí. La instalación hermana europea, Virgo, en Pisa, Italia, se unió a LIGO en agosto de 2017 y lograron su primera detección conjunta en septiembre.
Hasta ahora se habían utilizado todos los tipos de radiación electromagnética y partículas para explorar el Cosmos. Sin embargo, las ondas gravitacionales son testimonio directo de las interrupciones en el espacio-tiempo en sí. «Esto es algo completamente nuevo y diferente, abriendo mundos no vistos. Una gran cantidad de descubrimientos aguarda a aquellos que logran capturar las ondas», auguraban hoy desde el Karolinska.
RAINER WEISS PROFESOR DE FÍSICA EN EL MIT Físico de origen alemán, aunque aficando en EE.UU., es profesor de Física emérito en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). BARRY C. BARISH PROFESOR FÍSICA EN CALIFORNIA Físico experimental estadounidense de 81 años. Es profesor de Física en Linde, emérito del Instituto de Tecnología de California. KIP FÍSICO TECNOLÓGICO Físico S. THORNE DEL de EE.UU., una INSTITUTO DE legión en CALIFORNIA ha la formado de cátedra científicos a «Profesor Feynman» Teórica de en Física el Instituto Tecnológico de California. Es uno de los mayores expertos mundiales en las aplicaciones a la astrofísica de la teoría de la relatividad general de Einstein.
abc.es
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