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sábado, 5 de noviembre de 2016

El ecumenismo del afecto

El viaje del Papa Francisco a Suecia ha supuesto un refuerzo del clima de respeto mutuo y cooperación entre la Iglesia católica y la confesión luterana. Los resultados más concretos son una declaración conjunta y un acuerdo para colaborar en la asistencia social.

Malmö. Hace unos meses supimos que el Papa vendría a Escania, en el sur de Suecia, el 31 de octubre, invitado por la Federación Luterana Mundial, para conmemorar el 500 aniversario de la Reforma en la Catedral de Lund y para firmar una declaración conjunta sobre la cooperación entre católicos y luteranos.
Al principio, la visita estaba planeada para unas cuantas horas: primero la ceremonia en Lund y a continuación un “evento” en Malmö Arena, a unos 28 km, especialmente para jóvenes, con música, danzas, y testimonios.

Entre los católicos había algunas preguntas, especialmente: ¿por qué estamos celebrando la Reforma?; ¿no podemos tener una Misa con el Papa?

Cambio de planes

La respuesta a la primera pregunta era siempre que no celebramos la Reforma sino la conmemoramos, para ver cómo podemos seguir adelante, católicos y protestantes, en un clima de mutuo respeto y cooperación.
La respuesta a la segunda pregunta tardó tiempo, porque no era fácil alargar la visita del Papa por razones de protocolo, seguridad, etc., pero por fin recibimos la buena noticia de que el Papa –teniendo en cuenta el gran interés que los católicos tenían en verle– pasaría la noche en Escania y celebraría la Santa Misa en Malmö en la mañana del martes 1 de noviembre, Solemnidad de Todos los Santos. Tendría lugar en Malmö Swedbank Stadion, el estadio del equipo de fútbol Malmö FF.
Algunos preparativos ya habían comenzado desde mucho antes: por ejemplo, música y coros, preparación de la liturgia… pero en las últimas semanas se intensificó la preparación. Lo que nosotros vivimos en Malmö mismo era la distribución de los billetes para la Misa. Como iba a tener lugar al aire libre a las 9.30 de la mañana, había que tener una cierta reciedumbre para comprometerse a participar. Y descubrimos que había reciedumbre en abundancia, porque íbamos oyendo de muchas personas que vendrían no sólo del sur de Suecia sino también de muchas otras ciudades de Suecia y de Dinamarca, Noruega, Finlandia y otros países. En bastantes casos vendrían en autobuses que saldrían a las 3.00 de la mañana, o incluso antes, a las 11 de la noche anterior, para llegar a Malmö hacia las 6 de la mañana. Y después de la Misa comerían en algún sitio y volverían en autobús a sus respectivas ciudades.

Alegría

Algunas impresiones personales de la visita del Papa:
La gran alegría que supo radiar. Yo le vi de cerca en dos ocasiones: cuando llegó Malmö Arena el lunes 31 por la tarde, y antes de comenzar la Misa el martes. Como estuve en la primera fila de sacerdotes, pude acercarme y estuve a unos cuatro o cinco metros cuando el pequeño “papamobile” pasó delante de nosotros: se le vio al Santo Padre con una sonrisa muy amplia... seguramente al ver a tantos sacerdotes.
La ternura. Quiso bendecir a niños pequeños, y especialmente a una niña de 5 años, Arabelle, que tiene síndrome de Down. Su familia estaba, lógicamente, muy emocionada. Después saludó con muchísimo cariño a personas que estaban en sillas de ruedas, entre ellas a Victoria, que sufrió una parálisis casi total hace unos años.
La capacidad de escuchar. Esto se comprobó primero en la ceremonia en la catedral de Lund, donde se vio el gran interés del Papa para escuchar y mostrar cariño a la gente, católicos y no católicos, y especialmente al presidente y al secretario general de la Federación… Más tarde se notó esto también en Malmö Arena, donde escuchó con gran interés los testimonios de 4 personas: Pranita Biswasi de India, mons. Héctor Fabio Henao Gaviria de Colombia, Marguerite Baranikitse de Burundi, y Rose Lokonyen de Sudán del Sur. Evidentemente, el Papa había leído sus testimonios antes, porque había preparado unos comentarios; pero se vio también que disfrutaba al oírlos hablar: quizás especialmente a Marguerite, que contaba con mucha alegría cómo había procurado ayudar a muchos niños huérfanos, primero en Burundi y después en Ruanda: la gente la llamaba loca, pero era loca de amor de Dios.

Cordialidad

Aunque no se trataba de una visita de Estado, el hecho de que el Papa viniera Suecia ha sido un acontecimiento del más alto rango dentro del protocolo. El viernes 31 de octubre a las 11 llegó el Santo Padre al aeropuerto de Malmö, donde fue recibido por el jefe de gobierno sueco para una entrevista privada. Por la tarde tuvo una conversación, también privada, con los reyes. Aunque no se ha hecho pública ninguna declaración, se aprecia que han sido reuniones muy cordiales y llenas de afecto por ambas partes.
Esa misma tarde tuvo lugar la ceremonia que daba comienzo a este año de recuerdo del centenario. Entre los asistentes estaban los reyes, el jefe de gobierno y algunos ministros. Los invitados provenían de unos 50 países y representaban a diversas confesiones cristianas. Los católicos eran algo menos de un 30%, pero había también judíos, musulmanes y budistas.
Además del Santo Padre, del presidente de la Federación Luterana Mundial, Munib Younan, y del secretario general, Martin Junge, estaban en el presbiterio la arzobispa de Upsala, Antje Jackelén, y el obispo católico de Estocolmo, Anders Arborelius.
Al mismo tiempo se habían reunido unas diez mil personas en el polideportivo Malmö Arena para asistir a un evento dirigido especialmente a los jóvenes y seguir la ceremonia en directo a través de una pantalla gigante. Hubo música, videos testimonio y actuaciones.

Perdón y paz

La ceremonia en Lund comenzó con unas palabras de acogida por parte de la arzobispa de Upsala y el obispo católico de Estocolmo. El Papa introdujo la celebración con la señal de cruz, y a continuación hubo unas oraciones de acción de gracias, una petición de perdón mutuo y el rito de la paz, que el público congregado en el polideportivo de Malmö cumplió a la vez que los líderes religiosos en Lund.
El Papa, en su alocución, mirando al futuro del camino ecuménico emprendido ya hace cincuenta años, dijo: “Dios es el dueño de la viña, que con amor inmenso la cuida y protege; dejémonos conmover por la mirada de Dios; lo único que desea es que permanezcamos como sarmientos vivos unidos a su Hijo Jesús. Con esta nueva mirada al pasado no pretendemos realizar una inviable corrección de lo que pasó, sino contar esa historia de manera diferente”.
A continuación, se rezó el credo que es común a luteranos y católicos para después firmar una declaración conjunta de cinco puntos.
En Malmö Arena se esperaba la llegada del Papa, que dio una vuelta a todo el estadio saludando a la gente. El obispo Munib Younan y el Papa agradecieron los testimonios de solidaridad que habían escuchado. Se firmó un acuerdo entre Caritas internacional y LWF World Service, la organización luterana mundial de ayuda social.
El 1 de noviembre fue el día de los católicos, con la celebración de una misa solemne en Swedbank Stadium ante unas 18.000 personas. En la homilía resaltó el Papa la llamada universal a la santidad y que los santos son precisamente los que han encontrado la felicidad: se llaman bienaventurados. Glosó el Evangelio del día, el sermón de las bienaventuranzas, haciendo ver que son el retrato de Cristo y el carnet de identidad del cristiano.
Al término de la Misa rezó el Ángelus e impartió la bendición para después emprender el vuelo de regreso a Roma.
aceprensa.com

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